Artículo de JUAN ANTONIO MARCO MOLINA
MEDSPAI (Grupo de Investigación
sobre Medio, Sociedad y Paisaje).
Departamento de Análisis Geográfico Regional y
Geografía Física.
Universidad de Alicante
Universidad de Alicante
Publicado en la Revista Canelobre n.º 60, Invierno 2012
Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert
Aspectos geográficos del entorno físico:
morfología de la costa de Nueva Tabarca
morfología de la costa de Nueva Tabarca
La caracterización del medio físico o entorno físico se
puede abordar con una perspectiva global o desde distintos puntos de vista. La
primera de las opciones, a pesar de las reducidas dimensiones del área de
estudio, requiere de un planteamiento basado en un análisis amplio y muy
detallado que, en el estado actual del conocimiento, se antoja inalcanzable. Es
por ello que se ha preferido acotar esta aportación a un enfoque específico
sobre uno de los aspectos geográficos del entorno físico de Nueva Tabarca que
ha suscitado poco interés o, simplemente, ha sido eludido en estudios referidos
a la morfología litoral o al modelado costero de territorios más amplios. Ese
es el caso de trabajos como los de Rosselló Verger (1978a y 1978b) y Sanjaume
Saumell (1985), entre otros; mientras que, Estévez, Renard y Yébenes (2004),
hacen unas aportaciones muy interesantes en trabajos en los que lo esencial son
los aspectos geológicos.
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Fragmento de muralla desde el Puerto Viejo. Foto: Elena Dospital |
En esta ocasión, el objetivo principal del presente estudio
es analizar y explicar la morfología costera de Nueva Tabarca, cuya descripción
se plantea a partir de consideraciones previas relativas al marco estructural,
relieve y litología insular. Con todo, conviene partir de cuantificación de las
dimensiones de las tierras emergidas analizadas, ya que si bien pueden parecer
insignificantes, la consideración en términos relativos, de todos sus
elementos, puede resultar suficientemente expresiva de la fisiografía esencial
de la isla.
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Localización, topografía y
toponimia básica de Nueva Tabarca (Fuente: Elaboración propia a partir de Cartografia BCV05 1:5.000, 2005) |
Así, la longitud de la isla, incluida La Cantera, ronda
los 2.050 metros, mientras que, su anchura máxima no rebasa los 400 metros. La
Cantera, en el extremo occidental, hoy en día separada del resto, aparece unida
en los grabados que acompañan el plano de Fernando Méndez (1766), alcanza cerca
de 300 metros de longitud hasta su máximo estrechamiento en El Passet. Entre el
portal oeste y el este, el bloque o sector donde se ubica la población de Sant
Pau llega a los 380 metros, con una anchura máxima de norte a sur de 270 metros
en la longitud del Moll Vell. A continuación, el sector central donde se
encuentran el puerto y la Platja de Migdia, tiene una longitud en torno a los
300 metros, pero no excede los 120 metros de anchura. El sector más oriental,
el de El Camp y donde se localizan la Torre de Sant Josep, el Far y el
Cementeri, es el de mayores dimensiones, cuya longitud está próxima a la 1.080
metros y su anchura máxima es inferior a los 400 metros. En suma, poco más de
dos kilómetros hasta la Punta Falcó, a los que habría que sumar cerca de 80
metros de La Naueta (incluida la plataforma y escollos que la rodean), 380 de
El Freu, que la separa del conjunto La Nau-Els Farrallons, el cual,
describiendo una uve invertida, se
extiende hacia el ESE en una distancia de 550 metros, de manera que de la Punta
del Bol a Els Farallons se llega a los tres kilómetros de longitud. En cuanto a
la superficie, los elementos señalados entre La Cantera y la Punta Falcó
alcanzan los 408.000 metros cuadrados, a los que habría que sumar 1.633 metros
cuadrados de La Naueta y 4.433 metros cuadrados de La Galera, el mayor de los
islotes; mientras que en conjunto, y es lo que realmente expresa, como es
obvio, su importancia relativa, el perímetro o línea de costa se calcula en
8.500 metros.
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Vista de l'Illa de Nueva Tabarca desde la Serra de Santa Pola. Foto: Jerónimo Buades Blasco |
La mayor parte de esta superficie se encuentra por encima de
los 5 metros de altitud; cota en la que se define la culminación de la mayoría
de los acantilados que rodean la isla y que resaltan la planitud de la misma,
puesto que a pesar de llegar a rebasar los 10 metros de altitud en la parte
meridional del sector oriental y, mínimamente, en el de la población, no llega
a alterar el perfil plano de la culminación. Se podría afirmar rotundamente que
esa morfología de una superficie plana, que resalta entre 5 y 15 metros
mediante una ruptura brusca respecto del plano de referencia que es el mar,
justifica, sobradamente, las denominaciones antiguas de Isla Plana, Planesia o
Planaria.
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Curiosa perspectiva de la isla
desde el ONO. Fotografía tomada desde la restinga fósil pleistocena de l'Albufera d'Elx, cerca de El Pinet |
El área de estudio en el contexto de la Cordillera Bética
En ocasiones previas, cuando se ha abordado la localización
o, mejor, contextualización morfoestructural del Cap de Santa Pola y de buena
parte del conjunto comarcal del Baix Vinalopó, la relación de este espacio geográfico con los dominios
internos de la Cordillera Bética y, más concretamente, con la Fosa Intrabética,
se ha planteado con una claridad meridiana (Marco, 2006). Tal vinculación se ha
establecido porque la mayor parte de este territorio se corresponde con las
llamadas "cuencas neógenas y cuaternarias" rellenas de sedimentos calificados
de sinorogénicos y postorogénicos (Sanz de Galdeano, 1997: 17). Se trata, en
definitiva, de un conjunto de depresiones a las que Hernández Pacheco (1934:
274-275) concedió un carácter longitudinal e intramontañoso que, casi en su
totalidad, merecen la conceptuación de "fosas tectónicas"; de manera
que la más oriental de todas ellas es la constituida por las vegas de
"Murcia, Orihuela, Dolores y Elche"; conceptuándola como
"depresión tectónica abierta al mar" (Hernández Pacheco, 1934: 324),
es decir, el extremo oriental de la Fosa Intrabética, cuya terminación oriental
o finisterre se sitúa en la longitud del Cap de Santa Pola-Carabassí-Aigua
Amarga (Marco, 2006).
Por lo que respecta a Tabarca, forma parte del llamado
Bético sensu stricto, el cual está representado por los materiales
permotriásicos y triásicos de las sierras de Orihuela y Callosa, afloramientos
menores como el del Mos del Bou, el del Barrio de la Estación y proximidades de
San Isidro, así como el más oriental, en Tabarca. Todos estos asomos, desde los
trabajos clásicos se atribuyen al complejo alpujárride (Fallot, 1945: 500), en
el que Egeler & Simon (1969) diferencian la unidad Ballabona-Cucharón, a la
que pertenecerían la totalidad de estos asomos.
Algunos apuntes sobre la compartimentación estructural, la
tectónica y el relieve
Aunque los materiales citados constituyan la base en la que
se edifica la Serra de Santa Pola, no se debe olvidar su origen como formación
arrecifal del tipo de los atolones de edad Mesiniense, Mioceno Superior, que se
apoya sobre las calcoarenitas tortonienses, también del Mioceno Superior
(Estévez, Renard y Yébenes, 2004). Como elemento del relieve es un bloque
levantado y basculado que alza su proa-frente hacia el sureste, mientras que se
hunde, progresivamente, hacia el noroeste configurando una estructura
calificada como braquianticlinal por Rosselló (1978a), seguramente por su
aspecto hemi-domático, pero que, en realidad, se presenta como un espectacular
escarpe de falla que se ha resuelto de maneras muy diversas en su lado este
(con ondulaciones y ganchos de falla), mientras que, por el sur, lo hace de
forma más clara y uniforme como un cantil, únicamente interrumpido por los
barrancos que se precipitan desde la parte culminante mediante saltos y cascadas.
Si las calcoarenitas tortonienses de la base de la Serra de
Santa Pola son, como indica Montenat (1973), correlacionables con las de La
Cantera y costa norte, hasta El Port Vell, es de suponer que afloran con el
resto de materiales que integran la isla y constituyen un bloque levantado
mediante fallas cuya disposición principal parece ser de OSO a ENE. De hecho,
Estévez et al. (1985), subrayan la importancia de los sistemas de fallas
ligados a grandes accidentes tectónicos de la parte oriental de la Cordillera
Bética como son el accidente del Bajo Segura, con la disposición aludida, y el
accidente Elx-Jumilla, dispuesto de NO a SE, casi de disposición perpendicular
al anterior.
Las repercusiones de algunos de estos accidentes tectónicos
son las que definen, a grandes rasgos, los principales elementos de la
morfología insular. Así, el tramo más hundido de la isla es el que se encuentra
entre el de la población y el del campo, ya que se correspondería con un bloque
hundido mediante dos fallas normales de orientación contraria (Estévez, Renard
y Yébenes, 2004: 171). La falla oriental determina, además, el trazado
rectilíneo de la costa que cierra la recalada de La Mina dispuesta de SO a NE.
Mientras que una falla dispuesta de ESE a ONO es la que determina el sector
acantilado más destacado, el de la Platja Gran, donde las ofitas están
levantadas respecto de un bloque hundido situado al SE, pero que no es visible
porque se encuentra sumergido.
Fallas y accidentes tectónicos que han estado funcionando
durante el Cuaternario para configurar el relieve actual de la isla y del
continente vecino en un proceso de levantamiento, indicado ya por Hernández
Pacheco (1934: 31) para "la isla Plana o Tabarca, elevada una veintena de
metros sobre el nivel del mar actual". Estévez, Renard y Yébenes (2004:
168) señalan evidencias suficientes como para afirmar que la actividad de las
fallas llega hasta la actualidad y sería responsable de la elevada sismicidad
que caracteriza a la zona.
Es, sin embargo, la acción de la erosión marina la
responsable, en mayor medida, del aspecto y morfología final de la isla, ya que
el levantamiento aludido se ha producido a partir de una rasa de edad
tirreniense fosilizada por los conglomerados de la misma edad (Estévez, Renard
y Yébenes, 2004: 169) que es lo que defina el nivel dominante plano de la mayor
parte de la isla, el cual queda delimitado en sus bordes por un acantilado,
prácticamente continuo que, de manera predominante, presenta un desnivel
próximo a los 5 metros y solo se alcanzan los 10 metros de desnivel en la
Platja Gran.
Los materiales
Desde los primeros trabajos (Kampshuur y Simon, 1969 y
Rosselló Verger, 1978b), hasta las síntesis y aportaciones más recientes
(Estévez et al., 1985; Calvet et al., 1996 y Estévez, Renard y Yébenes, 2004)
se ha ido completando y perfilando tanto la naturaleza como la edad de los
materiales que constituyen Nueva Tabarca. La observación del mapa geológico
revela que la práctica totalidad de la superficie de la isla está recubierta
por materiales de edad cuaternaria integrados por conglomerados tirrenienses de
origen marino, limos rojos continentales y arenas, cantos y gravas de las
playas actuales.
El resto de materiales afloran casi por todo el perímetro de la isla, de manera que, de oeste a este, se establece la siguiente distribución:
El resto de materiales afloran casi por todo el perímetro de la isla, de manera que, de oeste a este, se establece la siguiente distribución:
- Desde el islote de La Cantera, a través del Passet y el Portal de La Cantera, hasta el espigón del Port Vell, la base de la isla está constituida por los materiales del Mioceno Superior. En ellos, de abajo a arriba, se han señalado conglomerados, brechas y calcirruditas que solo afloran en el Port Vell, mientras que el resto se identifican con la denominada por Calvet et al. (1996) "Unidad Tabarca", caracterizada por la presencia de calcarenitas y calcirruditas bioclásticas, cuya edad, a partir de las aportaciones de Kampshuur y Simon (1969: 38), se ha fijado en el Tortoniense Superior (Mioceno Superior) [en la relación de microfauna pelágica recogida en el trabajo de Kampshuur y Simon (1969: 38) se incluye Globorotalia pseudomiocenica, lo cual ha permitido a Estévez, Renard y Yébenes (2004: 167) atribuir a estos materiales la edad señalada]. Estos materiales son los que han sido aprovechados para la obtención de los sillares utilizados en la construcción de las murallas y de la iglesia.
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La Cantera, islote más occidental
constituido, íntegramente, por las calcoarenitas del Tortoniense Superior (Mioceno Superior) |
- En el resto de este sector occidental de la isla en el que se asienta la población y el nexo de unión con el sector de El Camp, es decir, hasta la longitud de La Mina, al norte, y La Purissimeta, al sur, los materiales tirrenienses yacen, en discordancia intraerosiva, sobre los materiales triásicos, puesto que son los de esta edad los que constituyen la base y armazón de la isla en este sector. Los más antiguos de esta edad son margas y dolomías margosas amarillas y ocres que han sufrido una ligera metamorfización a calcoesquistos y algunos niveles de cuarcitas (Estévez et al., 1985 y Estévez, Renard y Yébenes, 2004), sin que falte la presencia de yesos y carniolas [en el mapa confeccionado por estos autores los yesos únicamente están indicados en las margas de La Purissimeta, mientras que las carniolas están mejor representadas: sur del Portal de La Cantera, extremo occidental de la Platja, Purissimeta, norte del islote de La Galera, contrafuerte occidental de la Platja de la Faroleta, Els Rojos, La Mina y cerca de La Caleta] (Kampshuur y Simon, 1969: 37). Estas litofacies afloran en los lugares mencionados de La Mina y La Purissimeta, pero alcanzan su mayor extensión entre el extremo oriental de la Platja de la Faroleta y Els Rojos; nombre, este último, bien expresivo de la coloración de estos materiales, al igual que el llamado Escull Roig.
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Margas y dolomías margosas
amarillas y ocres en el extremo oriental de la Platja de la Faroleta, donde constituyen el saliente acantilado de Els Rojos |
- En cambio, los más modernos atribuidos al Triásico (Estévez et al., 1985 y Estévez, Renard y Yébenes, 2004: 166), son "dolomías negras recristalizadas", que recuerdan a las jurásicas negras con vetas blancas de calcita que, en ocasiones, presentan un aspecto cataclástico, a modo de brecha tectónica, observadas en distintos sectores del Camp d'Alacant como Fontcalent, Serra Mitjana y Cabeçó d'Or, entre otros; vinculadas, siempre, a fajas diapíricas o otras manifestaciones de la tectónica intrusiva del Keüper. Estas dolomías negras triásicas son, sin duda, los materiales más competentes y resistentes de los que se encuentran en la isla. En ellas se define el contorno meridional del sector occidental, donde se asienta la población, y, además de varios escollos y roques ["roca", es el genérico que, probablemente, más se repita en la toponimia o talasonimia que rodea la isla y, si su relación completa sería demasiado extensa, resulta interesante enumerar las más significativas: Roca del Camell, Roca del Tío Quico, Roca Gómez, Roca de la Mina, Roca del Moll, Roca Pobra, Roca del Bol, Roca dels Garrets y Roca del Forat, todas, en el sector occidental], las dolomías también constituyen el mayor de los islotes, entre los que destaca La Galera.
- La Purissimeta, situada en el extremo oriental de La Platja, marca el inicio de los afloramientos de los materiales considerados como los más antiguos de la isla y que varios autores sitúan en la parte más baja de la serie triásica de este sector (Estévez, Renard y Yébenes, 2004: 165), mientras que Kampshuur y Simon (1969: 38), si bien insinúan que son más modernas que las rocas carbonatadas citadas anteriormente, también indican que, localmente, los materiales carbonatados se apoyan, e incluso, reposan sobre las ofitas, de las cuales destacan su carácter intrusivo en otros sectores de la unidad Ballabona-Cucharón a la que pertenece la isla. Se trata de "rocas subvolcánicas básicas: ofitas" (Estévez et al., 1985 y Estévez, Renard y Yébenes, 2004: 165), de coloración gris verdosa, verdes a casi negras, que se pueden observar, casi de manera continua, desde el punto indicado hasta La Mina, en todo el perímetro de la isla recorrido en el sentido ciclónico o contrario al de las agujas del reloj. Son, además, los materiales que constituyen La Naueta, La Nau y escollos más orientales. A pesar de que, en principio, es una roca que se considera competente, estas diabasas, por efecto de la tectónica, aparecen enteramente trituradas y, por tanto, predispuestas a su disgregación. Cantos, gravas y fragmentos de las ofitas han sido utilizados muy frecuentemente como material de construcción tradicional y, además de algunos cimientos de las murallas, resulta llamativa la presencia de las ofitas en la obra de la iglesia, en la que los derrubios verdes destacan respecto de los colores amarillentos de las calcoarenitas miocenas.
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Mortero en la base de la muralla,
sobre el que descansan los sillares de calcoarenita mieocena, en el que los cantos utilizados de manera dominante han sido los de ofitas |
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Detalle del mortero en un sector
en el que a la matriz —cemento blanco— acompaña una trama a base de cantos de ofitas casi exclusivamente |
Las costas tabarquinas
La caracterización de la costa de Nueva Tabarca se aborda
desde un esquema básico y clásico, ya que este microcosmos contiene elementos
que cumplen plenamente los rasgos necesarios que requiere la identificación de
modelos conceptuales universales. No debe extrañar, pues, que se utilice la
clasificación que diferencia entre costas de erosión y costas de acumulación,
es decir, planteando que la morfología de la costa tabarquina se establece a
partir de la dicotomía entre formas de acumulación y formas erosivas, aunque
resaltando, como rasgo peculiar, la posibilidad de señalar costas mixtas.
Las costas de erosión
La efectividad de la erosión marina depende de la
"exposición de cada tramo costero al oleaje, es decir, según se oriente o
no en el sentido de los vientos dominantes y los fetchs [distancia desde la que puede soplar el viento, con una
componente dada, hacia un sector costero concreto sin ser obstaculizado por
tierra emergida alguna. A mayor longitud del fetch, mayor desarrollo potencial de las olas] máximos"
(Sanjaume, 1985: 304), variables a las que habría que añadir, al menos, la
litologia o, mejor, la diferente resistencia de los materiales a la erosión. La
mayor resistencia corresponde, como ya se ha señalado, a las dolomías triásicas,
mientras que, areniscas miocenas y ofitas, también triásicas, ocuparían un
segundo peldaño, puesto que se muestran claramente menos resistentes que las
primeras; y, por último, cabe citar las margas y dolomías margosas triásicas,
sin duda, la litofacies más lezne.
Por lo que respecta a los vientos dominantes, los datos
aportados por Sanjaume (1985: 51) referidos al observatorio del aeropuerto de
L'Altet, muestran un dominio casi absoluto de los de componente este, que suponen
algo más del 23 por ciento. Y, como dato más determinante, que coincide con el
anterior, destaca el hecho de que los fetchs
máximos son los de componente este, por encima de 1.100 kilómetros, muy por
encima de los demás, ya que ninguno de ellos llega a los 400 kilómetros [los fetchs correspondientes a las demás
componentes son, en efecto, sensiblemente más bajos: NE-ENE (275 km), ENE (320
km), ESE (375 km) y SE (240 km). Las demás componentes no se han calculado
puesto que su longitud es muy pequeña o de escasa representatividad en relación
con vientos dominantes o prevalentes]. A tenor de los resultados de estas dos
últimas variables, cabe concluir que el tramo costero más expuesto a la acción
erosiva, habida cuenta de que la disposición general de la isla es de ONO a
ESE, sería el septentrional. No obstante, el tramo mejor expuesto al oleaje, es
decir, a los vientos dominantes del este y al fetch máximo, con el mismo rumbo, es el comprendido entre la Punta
de l'Escull Foradat y la Punta Falcó, así como su prolongación por La Naueta,
La Nau hasta los escollos más orientales. Con todo, este tramo, que está
constituido, exclusivamente, por las ofitas triásicas de resistencia moderada,
podría ser alcanzado por trenes de olas cuya altura teórica se aproximaría a
los siete metros. No es de extrañar que sea el sector del archipiélago más
destruido por el oleaje, es decir, la parte más oriental donde se encuentran
Els Farallons y La Llosa, esta última unos 800 metros al este de los primeros.
Entre las costas de erosión más llamativas y claras estarían
las acantiladas o abruptas en las que, lógicamente, el predominio corresponde a
los procesos erosivos; si bien, algunas manifestaciones resultan difíciles de
encasillar de manera rígida, de ahí que se haya optado por tratar cada aspecto
en el tipo de costa correspondiente. Por otro lado, hay sectores que ha
resultado muy complicado encasillarlos, puesto que son formas de transición o
elementos singulares que casan mal con los modelos preestablecidos. Este sería
el caso de la clasificada como plataforma de abrasión en torno a La Cantera, ya
que dicha plataforma es casi enteramente antropogénica, resultado de la
extracción de sillares para la construcción y que, en buena lógica, afecta a
las calcoarenitas del Mioceno Superior. Consecuencias semejantes ha
tenido la valoración hecha, en sentido similar, a los depósitos de duna fósil
situados entre el Cap de Sant Antoni y Les Rotes, en Dénia. Se debe entender,
por tanto, como manifestación de la erosión, aunque esta sea antropogénica.
El esquema que se ha elegido plantea la existencia de dos
tipos de acantilados: los llamados de tipo plunging
y los acantilados con plataforma; siendo en estos últimos donde se plantea
algún problema de ambigüedad.
Acantilados tipo plunging:
es decir, que presentan el fondo a gran profundidad, de manera que su retroceso
no es visible mediante la presencia de restos, ni de escollos. Se puede ver
bien desarrollado en el sur de la isla, coincidiendo con la presencia de las
dolomías negras triásicas, donde rara vez rebasan los cinco metros de desnivel. Dentro de los procesos mecánicos ligados al oleaje es su acción
hidráulica la que adquiere mayor importancia en la morfología y evolución de
este tipo de acantilados. Concretamente intervienen la fuerza de impacto de las
olas, cuya energía se disipa en el instante del impacto, y, en segundo lugar,
la presión ejercida por el oleaje, especialmente efectiva en paredes fisuradas,
como sucede con estas dolomías intensamente tectonizadas y cuarteadas. En estas
condiciones, el agua pulverizada penetra por dichas fisuras y su efecto se
multiplica, más si cabe, cuando la pared presenta pequeñas cavidades, ya que,
en estos casos, es todavía más efectiva la alternancia presión-descompresión para
que se produzca el ensanchamiento de las grietas y diaclasas; siendo
considerado este, uno de los principales mecanismos en la formación de grutas y
cuevas marinas, aunque también pueden intervenir los fenómenos de disolución
propios de los materiales calcáreos. De las oquedades que se pueden observar,
la más llamativa y conocida es la denominada Cova del Llop Marí [foca monje,
cuya presencia era recordada por nuestros antepasados, aunque con un cierto
halo de leyenda. Así sucedía con mi abuela —María Mas Manzanaro—, para quien el
llop marí lanzaba piedras a fin de mantener a los tabarquinos alejados de su
guarida]; aunque también se pueden citar la Cova de les Armes, la Cova de les
Llagostes (al norte) y la Cova dels Coloms, esta última, en el islote llamado
La Galera. Al sur de la población, en estas calizas, se configuran calas
estrechas y relativamente profundas como la Cala dels Birros o la contigua Cala
del Francés o La Garita. En la primera de ellas, el fondo está tapizado por una
playa de arena y cantos que, en parte, rellena la base de algunas de las
oquedades del acantilado. Además de la disolución, otro proceso que se puede
calificar de raigambre físico-químico, es el que está ligado a la alternancia
de humedad-desecación que puede afectar a la pared y repisas de los acantilados
a través de las salpicaduras y rociones durante los temporales u oleajes de
intensidad media, ya que cuando cesa, la evaporación y desecación determinan la
cristalización de la sal, que puede conllevar la disgregación de la roca
mediante este proceso conocido como haloclastia. No obstante, los más
característico de estos acantilados tipo plunging
es, por un lado, la existencia de una balma de oleaje perfectamente marcada y
bastante regular. De hecho, son pocos los casos en los que dicha balma ha
desaparecido por el desprendimiento de la parte superior de la misma, si bien
es posible señalar que a ambos lados de la entrada a la Cala dels Birros la
balma está, valga la expresión, decapitada, es decir, falta la parte superior de
la concavidad, ya que se ha desprendido y solo permanece la repisa. Esta
situación indica, pues, los sectores donde el retroceso del acantilado es o ha
sido más reciente. Esta balma, en ocasiones, presenta una repisa de vermétidos
en su parte inferior. Se trata de una bioconstrucción que, en cierto modo,
confiere protección al acantilado; si bien es cierto que, en este tipo de
acantilados, además de la fuerza del impacto y los fenómenos de presión-descompresión
ligados al oleaje, se concede gran protagonismo a la acción biológica en la
formación de la balma, mediante la actividad cariante y perforadora de
organismos, fundamentalmente moluscos, calificados de litófagos, entre los que
cabe destacar los del género Littorina.
Acantilados con plataforma de abrasión: es decir, aquellos
en los cuales, a la presunta verticalidad de la pared, sigue la planitud de la
repisa o, propiamente, plataforma desarrollada a su pie y que expresa a la
perfección el grado de retroceso del frente del acantilado. Este tipo
de acantilado se encuentra perfectamente desarrollado en la costa norte de la
isla, allí donde los materiales que constituyen la costa son las ofitas.
Asimismo, la morfología de La Naueta y de La Nau obedece a este tipo de
procesos llevados casi hasta sus últimas consecuencias, es decir, hasta la
práctica desaparición de cualquier elemento que destaque respecto de la
plataforma de abrasión o, lo que es lo mismo, respecto del plano marcado por el
nivel del mar; no en vano, la prolongación hacia el este de La Nau la
constituyen elementos enteramente ruiniformes —conocidos por la denominación de
Els Farallons— o meros escollos con denominaciones, igualmente expresivas, como
El Saltaor o El Estufaor.
En el sector septentrional, sobre todo el comprendido entre
la Punta Falcó y la Punta de l'Escull Foradat, la dimensión de la plataforma
ronda los 20 metros, aunque no faltan tramos en los que oscila entre 30 y 45
metros, hasta rozar, localmente los 50 metros.
Frente a estas considerables dimensiones alcanzadas por la plataforma, el cantil se mantiene más o menos estable en torno a unos modestos cinco metros; solo en el sector meridional de la Platja Gran se alcanzan los diez metros de altura del acantilado. En ocasiones, es muy notoria la presencia de cantos adosados al sopié del cantil, los cuales ocultan el contacto entre los dos elementos citados y son, en gran medida, la metralla que utiliza el oleaje en su acción erosiva de desgaste del acantilado y de la plataforma. En estos sectores, así como en los salientes de la costa meridional, la verticalidad del cantil indica que los procesos responsables de su evolución son, claramente, marinos. En cambio, en la costa meridional situada el este de la Purissimeta, alternan tramos con ofitas y otros con las margas y dolomías margosas, en los que el acantilado pierde la verticalidad, al tiempo que a sus pies se desarrollan acumulaciones de cantos y arenas, frecuentemente cubiertos de "alga". En estos casos son los procesos subaéreos, especialmente la arroyada los que parecen tener mayor responsabilidad en la morfología del cantil, puesto que los procesos marinos están, al menos en parte, amortiguados por la acumulación de cantos y arenas y el papel protector de los algars en relación con los procesos mecánicos al incidir en la disipación de la energía del oleaje.
Frente a estas considerables dimensiones alcanzadas por la plataforma, el cantil se mantiene más o menos estable en torno a unos modestos cinco metros; solo en el sector meridional de la Platja Gran se alcanzan los diez metros de altura del acantilado. En ocasiones, es muy notoria la presencia de cantos adosados al sopié del cantil, los cuales ocultan el contacto entre los dos elementos citados y son, en gran medida, la metralla que utiliza el oleaje en su acción erosiva de desgaste del acantilado y de la plataforma. En estos sectores, así como en los salientes de la costa meridional, la verticalidad del cantil indica que los procesos responsables de su evolución son, claramente, marinos. En cambio, en la costa meridional situada el este de la Purissimeta, alternan tramos con ofitas y otros con las margas y dolomías margosas, en los que el acantilado pierde la verticalidad, al tiempo que a sus pies se desarrollan acumulaciones de cantos y arenas, frecuentemente cubiertos de "alga". En estos casos son los procesos subaéreos, especialmente la arroyada los que parecen tener mayor responsabilidad en la morfología del cantil, puesto que los procesos marinos están, al menos en parte, amortiguados por la acumulación de cantos y arenas y el papel protector de los algars en relación con los procesos mecánicos al incidir en la disipación de la energía del oleaje.
Las costas de acumulación
Las costas de acumulación se identifican, de manera
específica, con las playas; las cuales tienen su mejor representación en la
Platja de Migdia y en las situadas en el lado contrario de la isla, en el
interior del puerto actual, en La Caleta y el sector de La Mina. Están
localizadas en la parte más estrecha y baja de la isla; en una solución de
continuidad entre la población de Sant Pau y El Camp, que se correspondería con
un bloque hundido mediante dos fallas normales de orientación contraria
(Estévez, Renard y Yébenes, 2004: 171). Se trata de recaladas que han
funcionado como trampas de los sedimentos arenosos que las integran y que, sin
duda, proceden de la destrucción de los acantilados vecinos. Con un trazado
costero tan irregular, marcado por continuos entrantes y salientes, el
transporte está impedido en sentido longitudinal. Son playas cuya dinámica está
ligada, fundamentalmente, a flujos perpendiculares al trazado de la costa, es
decir, a trenes de olas que llegan a la playa en disposición paralela a ella
debido a la refracción del oleaje que determinan los fondos y a los efectos
que, sobre el oleaje, determinan los promontorios que las individualizan tanto por
el este como por el oeste. En un caso, se puede señalar uno de los elementos de
las costas de acumulación que resulta más llamativo como son las formaciones
tombólicas. En efecto, al este del espigón del puerto, se señalan dos pequeñas
calas, La Xanca y La Mina, separadas por la Roca de la Mina hacia la que se
dirige una flecha incipiente que, en breve, quedará unida a la isla.
Sin embargo, no son las únicas playas que hay en la isla. En
la costa meridional, adosadas al pie de los acantilados se encuentran dos
acumulaciones de arenas y cantos que se conocen como la Platja de la Faroleta y
la Platja Gran, separadas por el saliente conocido como Els Rojos. Además, al
pie de los acantilados del norte también se han podido cartografiar estrechas franjas
de cantos y arenas paralelas al cantil, así como acumulaciones cobijadas entre
bastiones y contrafuertes de los propios acantilados, configurando lo que se
podrían denominar microcalas, casi en el sentido literal de beach pockets, como las que se pueden
observar en el extremo oriental, al norte de Punta Falcó.
Un rasgo característico y propio de las dos playas citadas,
Platja de la Faroleta y Platja Gran, es la presencia habitual de grandes
acumulaciones de restos de Posidonia
oceánica, llamada alga, que, en gran medida funciona como elemento
amortiguador y laminador de la energía del oleaje; circunstancia que, en muchos
casos, no es valorada en su justa medida y se sacrifica su efecto protector de
la playa en favor de cuestiones estéticas o, incluso, del confort olfativo. Las
acumulaciones llegan a ser tan importantes que, frecuentemente, se alcanza a
identificar su presencia en las ortofotografías (Ortofoto 1:5.000 de Alicante, 2007), en las que la orilla aparece
con un contorno irregular a base de indentaciones derivadas de la erosión
parcial del "alga".
En ese sentido, estas dos playas son magníficos ejemplos o
laboratorios de la dinámica natural de este tipo de formas del modelado
litoral. La cambiante morfología de las mismas refleja, fielmente, el estado
marítimo de los días previos a la observación. No es nada extraño comprobar la
existencia de bermas de oleaje, a veces, escalonadas, indicando los distintos
niveles alcanzados por los oleajes de tormentas pasadas. Las bermas, en ámbito
valenciano, se suelen relacionar, tal y como indica Sanjaume (1985: 421), de
manera muy estrecha, con playas de cantos y de mayor pendiente; rasgos
presentes en estas dos playas del sector oriental. En otros casos, cuando el
predominio ha correspondido a oleajes de menor intensidad, las bermas previas
suelen ser sustituidas por los llamados beach
cusps, definidos como "pequeñas vaguadas (bahías) débilmente
inclinadas —que se forman por erosión de la berma— y que se encuentran
separadas por apuntamientos de fuerte pendiente por acumulación de
sedimentos" (Sanjaume, 1985: 422-423). Se trata de microformas playeras
cambiantes capaces de formarse en unas horas o en pocos días, así como de ser
barridas por una tormenta y, al igual que las formas anteriores, son muy
"frecuentes en toadas las playas de cantos del litoral valenciano"
(Sanjaume, 1985: 423). No debe extrañar, pues, que se hayan detectado en la
mayoría de las playas de la costa meridional entre la Purissimeta y la Punta
Falcó.
![]() |
Extremo oriental de la Platja
Gran. Al fondo se adivinan dos bermas escalonadas, mientras que en primer plano, el sector más expuesto de la playa está modelado a base de beach cusps |
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