Nos vamos a asomar a las páginas de una revista que, pese a
su fugaz existencia, tuvo tiempo de acercarse tanto a Nueva Tabarca, lo que ya
pudimos ver en otro artículo de este blog, como a nuestra Fiesta de Fogueres, plasmando
en este segundo caso los primeros pasos de las mujeres como participantes
activas, tanto desde el punto de vista de las primeras representantes del
fuego, como de la pionera comisión constituida sólo por «foguereras».
Se trata de la Revista Estampa, con un artículo titulado «Las
muchachas alicantinas y Les Fogueres de San Chuan», que fue portada
y primer reportaje del ejemplar del 25 de junio de 1932 (año 5, n.º 233, p.p. 3-8),
redactado por Luis González de Linares, con fotos de Erik. El ejemplar
consultado se encuentra en la colección de la Biblioteca Nacional de España.
Portada de Estampa, año 5, n.º 233, de 25 de junio de 1932 (Biblioteca Nacional de España) |
La Revista Estampa
La Revista Estampa fue una publicación semanal ilustrada de
reportajes sobre crónicas de actualidad nacional e internacional, un proyecto
editorial del ingeniero madrileño Luis Montiel de Balanzat, entusiasta de la
técnica, las máquinas y el progreso que, iniciado en el mundo de las artes
gráficas, adquirió los talleres de Sucesores de Rivadeneyra, instalaciones que
le permitieron imprimir incluso publicaciones oficiales.
El primer número salió a la luz el 3 de enero de 1928 y,
desde un principio, cumplió con las pretensiones que respondían a su subtítulo «Revista
Gráfica y Literaria de la Actualidad Española y Mundial», con reproducciones
gráficas de calidad excelente. Montiel colaboró mediante concierto con Antonio
García de Linares, el cual dirigió la revista solamente un par de meses, pero
consiguiendo en este breve espacio de tiempo una tirada de cien mil ejemplares.
A partir del número 10, el mismo Montiel se hizo cargo de la dirección de la
revista, dejando la función de jefe de redacción al periodista Vicente Sánchez
Ocaña. Transcurrido un año, se llegaron a los doscientos mil ejemplares, lo que
igualaba a fuertes competidoras de la época como eran las revistas Blanco y
Negro y Nuevo Mundo.
El criterio editorial que guió Estampa fue el de llegar al
gran público, con la intención declarada de ser la revista de todos y para
todos, centrada en las informaciones gráficas sobre acontecimientos curiosos,
pintorescos o exóticos, en noticias sobre gente famosa y en abundantes
reportajes sobre la cotidianidad, con la cual se identificaron los lectores.
Hubo gran cantidad de colaboradores gráficos, generalmente fotógrafos que
tenían galería abierta en alguna ciudad mínimamente importante, y que enviaban
imágenes sueltas que daban cuenta de los acontecimientos provincianos de cierta
relevancia social, y que se presentaban como notas gráficas en una especie de
álbum visual. Pero fue la fotografía de reportaje la que tuvo mayor presencia
en la revista y mayor peso en el tratamiento editorial. El último número salió
en la luz en el año 1938 y, finalizado el conflicto bélico, no obtuvo el
permiso necesario para volver a editarse.
Si hay que resaltar una característica diferenciadora de
Estampa, fue el que acogiera la obra de fotógrafos profesionales que entendían
la fotografía como comunicación y como información, como el medio para
transmitir el mundo en que vivían, mostrándolo desde nuevos ángulos y puntos de
vista. La obra de los Zapata, Badosa, Benítez Casaux, Contreras y Vilaseca,
Erik, Gonshani, Marina, Oplés, Almazán, etc., son una parte importante de
nuestro patrimonio fotográfico, y representan uno de los periodos más
prolíficos de la fotografía española. Su trabajo, unido al de autores ya
conocidos y reconocidos en su época, como Alfonso, Centelles, G. de Linares, Campúa,
Llopis o Díez Casariego, conformaron la iconografía de esos años de nuestra
historia, que lució más, si cabe, por el notable tamaño de la revista, 27 x 37 centímetros.
Luis González de Linares
(Madrid, 1904 - El Escorial, 1997)
(Madrid, 1904 - El Escorial, 1997)
Escritor y periodista español, que siempre firmó como «Luis
G. de Linares». Comenzó su carrera periodística en 1929 en la Revista Estampa,
en la que estuvo hasta 1934, siendo también en ese período redactor del Diario
Ahora desde su creación. Se convirtió en redactor jefe de Crónica, y en 1935 fue
nombrado director de Mundo Gráfico. Participó en la creación del Diario Madrid
ocupando el cargo de redactor-jefe.
Se trasladó a París en 1945 como corresponsal de dicho
diario y otros periódicos, hasta 1955 que fue nombrado agregado de prensa de la
Embajada de España en París, y se convirtió en Consejero de Información y
Turismo de la embajada, cuando era titular de ella José María de Areilza, desde
1960 hasta 1964, año en el que regresó a España.
Por sugerencia del escritor José Montero Alonso, fue
nombrado en 1964 director del Diario Madrid. Poco después pasó a ser director
de la Revista Semana, y en 1967 contribuyó a la creación del Diario Deportivo
As, convirtiéndose en su primer director, e impulsando cuatro años después la
publicación de As Color, con nuevas técnicas de presentación, manteniendo la
dirección de las tres publicaciones. Además, desde 1968 hasta 1979 dirigió la
Agencia de Reportajes Internacionales.
Se retiró en junio de 1992, pero mantuvo su columna en la Revista
Semana titulada «Tiempo Presente», hasta su fallecimiento. Discípulo de Ortega
y Gasset, pertenecía a la Asociación de la Prensa de Madrid desde 1931.
Erik, fotógrafo
Ninguna fuente bibliográfica consultada esclarece el nombre
del profesional de la fotografía que se esconde detrás de la firma «Erik», pero
sí que fue un colaborador clave de la Revista Estampa entre los años 1932 y 1934, hasta
el punto de que la aparición del primer reportaje de Erik significó el
principio del cambio de la fotografía en este medio. Fue un trabajo publicado en
el ejemplar del 14 de mayo de 1932, sobre los pasos a nivel, un tema banal si
se quiere, pero tratado del tal manera que llama poderosamente la atención. Las
composiciones en diagonal, el contrapicado del guardaagujas, captado a
contraluz, las composiciones geométricas y los puntos de vista subjetivos,
hicieron que este reportaje de ocho imágenes iniciara un nuevo estilo en la
revista:
Erik realizó multitud de trabajos para Estampa, todos ellos
bien planificados y de impecable ejecución, destacando «Las playas de Madrid»,
«Rabasaires», «El cura rural» y, sobre todo, «Lepra en España», dedicado al Sanatorio
de Fontilles. Pero Erik también aportó otros recursos expresivos, como la
sobreimpresión y el fotomontaje.
* * *
Veamos ahora el artículo íntegro sobre las pioneras de Les
Fogueres, con las fotografías extraídas tal y como fueron publicadas en el
original, y con alguna que otra corrección de bulto de mi cosecha, como el
apellido de la primera Bellea del Foc, que en el texto es Quesada, en vez del
correcto Quereda, y repetidos equívocos entre plantà y cremà. Ya en la portada,
delimita en parte, a pie de foto y título, su contenido, si bien se extiende a
más facetas de la Fiesta, en un momento de fuerte desarrollo de ésta,
transmitiendo a la vez fielmente el sabor de la sociedad alicantina de aquel
1932:
Este año se ha constituido por primera vez en Alicante una comisión femenina para la construcción de una foguera. Las sesiones de la misma han sido de lo más agitadas y pintorescas, como puede advertirse en la fotografía que reproduce esta portada. Si desea usted conocer a la Bellea del Foc y a sus ocho Doncellas de Honor, si quiere usted saber cómo se preparan les fogueres para la plantá y otros curiosos aspectos de la bella fiesta alicantina, lea la información que publicamos en las páginas 3, 4, 5, 6, 7 y 8.
En la mar mansa i lluentosa,que abaniquen les palmeres
i a la llum de les fogueres,
qu'es la festa mes hermosa,
i en un singular encant
diu el vent: ¡Viva Alacant!...
(De la canción popular Les Fogueres de San Chuan)
La foguera sobre el mar
Cuando llegué a Alicante atardecía. Subí a la habitación del
hotel. La doncella abrió el balcón, quitó la persiana de madera, y pude ver
cómo la fachada del edificio parecía apoyarse sobre las palmeras del paseo para
asomarse al mar.
Dos petardos estallaron consecutivamente. La muchacha creyó
adivinarme un sobresalto.
—Son inofensivos, señor. Los chicos se entrenan para la
noche de San Juan, cuando la cremá. Pero entonces son morterets los que
hacen explotar, y no estas miserias.
Amparito Quereda, Bellea del
Foc, y la más gentil representación de la hermosura y la gracia de la mujer alicantina |
Me quedé solo en la habitación. Un velero apareció en el
marco de la ventana, y vi, durante largo rato, cómo el sol incendiaba la cima
de sus velas. Ardía sobre el mar azul oscuro como una foguera de San Chuan.
Expectación
—Los estudiantes dicen que van a quemar la foguera de
Quiroga en el taller.
—¿Y por qué, ché?
—A su juicio, les han colocado demasiadas calabazas. Están
ofendidos.
—¿Habéis visto les fogueres de Gastón Castelló?
—¡Cualquiera sabe dónde las hace! Los artistas las esconden
hasta el día de la plantá.
En la terraza del Hotel Samper hay varias tertulias de
políticos y artistas. Así es que desde mi cuarto escucho, a veces, las
conversaciones. Pero ya no se discute Estatuto ni Reforma Agraria, ni huelgas: Fogueres, ninots, truenos...; todo Alicante, como un fabuloso huésped de las
entrañas de la Tierra, se muere de deseos de restituirse al elemento fuego. La
palabra cremá adquiere en sus bocas un sentido misterioso y se perfuma con
aromas de rito milenario. Anoche, en el tranvía de Benalúa, presencié cómo dos
muchachas amigas reñían y se separaban violentamente por si la foguera del
barrio de una de ellas iba a ser más lucida que la del barrio de la otra.
Josefina Asensi, Doncella de
Honor, es todo lo guapa que ustedes puedan figurarse... y algo más. Asegura que las muchachas alicantinas están dispuestas a amoldarse siempre a la voluntad del marido... |
Y esta mañana, en el muelle, dos obreros de la C. N. T., que
discutían acaloradamente el medio más rápido para llegar a la supresión del
burgués, abandonaron bruscamente la sociología.
—¿Has visto los ninots de Olcina?
—¿Qué? ¿Buenos?
—¡Qué ninots, chiquet! ¡Qué ninots!
¡Noventa kilómetros de traca!
Como yo soy un profano en materia de fogueres, el alcalde
me ha presentado al presidente y al secretario de la Comisión Gestora, señores
José Ferrándiz Torremocha y Rafael Ferrándiz Navarro.
—¿No ha visto usted nunca una cremá? —me preguntan.
—No...
—¡Hombre, por Dios!
Y salimos a la calle en busca de información. Un chiquillo
nos echa un petardo entre los pies. Mis acompañantes, ni se inmutan.
—El año pasado —me explican, cuando me tranquilizo de nuevo—
hicieron explotar una carcasa frente a nuestra oficina y se partió la luna de
la puerta y el cristal del reloj de pared. ¡Calcule usted la detonación!
—¡Diablos!
—Pero, eso sí: todos son buenos chicos y pagan lo que
rompen. Además, nunca se ha dado el caso del más ligero accidente. ¡Y eso que
se queman noventa mil metros de traca!...
—¿Noventa kilómetros de traca? ¡Oiga usted!...
—¿Qué no?... ¡Pues me quedo corto al calcular! Y, además de
esa traca, hay los morterets y los masclets. Los primeros se disparan en un
tubo de hierro, clavado perpendicularmente en el suelo; los segundos son unos
gruesos petardos bien cargados de dinamita...
Angelita Pascual y Esperanza
Andreu, Doncellas de Honor, niegan enérgicamente las afirmaciones de Josefina Asensi sobre el matrimonio... |
Esta conversación, como ustedes juzgarán, no es para
tranquilizarle a uno. Estoy viendo morterets, masclets y truenos por
todas partes. Voy a enfermar del corazón.
Al pasar frente al muelle, Rafael Ferrándiz me muestra unos
bancos cobijados a la sombra de las palmeras.
—El año pasado vinieron en trenes y autobuses más de noventa
mil forasteros a presenciar la cremá de fogueres la noche de San Juan. Esta
cifra ha sido obtenida sumando el número de billetes de ferrocarril y de
transportes por carretera que se expidieron en esos días. Pero hay que añadir
los turistas que llegaron a Alicante en coches particulares, que fueron
muchísimos. En esos bancos del paseo dormían y comían los forasteros que no
pudieron ser admitidos en los hoteles y pensiones, abarrotados. Las calles
estaban llenas de automóviles, que, en muchos casos, hacían las veces de
pensión para sus propietarios. ¡En el bar La Marquesina vendieron en una mañana
seis mil pesetas de vermut, a perra gorda el vaso!
—Y eso que hace muy pocos años que se celebra la noche de
San Juan en esta forma —interrumpe el presidente de la Gestora—. Antes, existía
la costumbre de quemar los trastos viejos a la puerta de la casa, y en el campo,
monigotes de paja. El año pasado, sin ir más lejos, no se eligió la Bellea del
Foc. Esta es la primera vez que se ha celebrado tal concurso de belleza.
...y para que no quede duda, lo ratifica gráficamente Esperanza Andreu |
¿Una belleza ígnea?... Cumpliendo un agradable protocolo,
rindamos pleitesía a esta muchacha, que representa la hermosura de las
alicantinas y la alegría de sus fogueres.
—¿Quieren ustedes presentarme a la Bellea del Foc? —ruego
a mis cicerones.
Amparito Quereda, Bellea del Foc
No se aproxima uno sin temor a la morada de una divinidad
del fuego. Por fortuna, sople un levante fresquito, y en él pongo todas mis
esperanzas.
Los padres de Amparito Quereda tienen un pequeño comercio en
la planta baja de la casa que habitan. En el piso sorprendemos a la Bellea del
Foc ayudando a su madre al trabajo de la casa, y la muchacha, consciente de su
representación, huye velozmente hacia su cuarto gritando:
—¡Ustedes me perdonarán! ¡Cinco minutitos nada más, para
vestir otro traje!
Es una casa alegre la de Amparito Quereda. El sol, al través
de la persiana, se entretiene en decorar con dibujos de vanguardia las paredes
de su alcoba. En la cabecera de su cama hay un retrato de Imperio Argentina.
—¡Le gusta tanto el cine! —me explica su madre.
Y mirando el grabado de la artista, añade:
—Locuras de chiquilla...
No han pasado cinco minutos y Amparito nos grita desde su
cuarto que ya está arreglada.
Otra Doncella de Honor, tan bella como simpática: Mercedes Pastor |
La Bellea del Foc es un poco como me la había imaginado.
No tan peligrosa, en cuanto al fuego, pero infinitamente más en lo que se
refiere a belleza. Es rubia, menudita y maravillosamente hecha; sus ojos son
negros, y su boca carnosa y encendida. Puede uno estrecharle la mano sin temor
a quemadura alguna, os lo aseguro. Para los solteros, existe el peligro
inminente de matrimonio.
Además de guapa, Amparito Quereda es extraordinariamente
simpática y locuaz. Aún se emociona cuando recuerda las peripecias del concurso
de belleza y su triunfo.
—Nos presentamos doce candidatas, pero tres se retiraron.
Tuvimos que desfilar varias veces ante el Jurado. ¡Yo tenía un miedo...!
—Un miedo que aún no se le ha pasado —ataja su madre—. Desde
entonces está sobresaltada, inquieta, y no encuentra sus cabales.
—Pero la alegría que sentí al conocer mi elección fue aún
más grande que la emoción del concurso. ¡Representar Alicante y presidir les
fogueres! ¡Qué ilusión!
Esta muchacha encantadora se llama Felicidad Laliga,
y es
también Doncella de Honor
|
Se calla súbitamente, pensativa. Su cara se ilumina de una
alegría que pugna por desbordar.
—¡Además, voy a bailar!
—¿Le gusta?
—¡Muchísimo!... Pero no bailo nunca. El año pasado, durante
los carnavales, porque tenía un novio que era aficionado. Pero desde
entonces...
—¿Y ese novio?
—¡Ah..., no sé! He tenido tres; pero ninguno me gustaba
mucho. Como soy muy joven, aún puedo esperar al que he de querer de verdad. Y
si no viene, ¡peor para él!
—Eso es: que se fastidie.
—Pues claro... Además, quisiera marcharme a Buenos Aires,
donde tengo un hermano.
Gloria y Mercedes Reyero, dos bellas Doncellas de Honor de
la Bellea del Foc |
Su madre le interrumpe vivamente:
—Eso son ilusiones, chiquilla... Y usted no le haga caso.
Desde que oyó cantar tangos a Imperio Argentina se pasa el día fantaseando. Sin
duda se figura que la gente se pasea por las calles de allí cantando: Un
compadrito fue...
—Pues claro, mamá... Además, me gustaría trabajar en el
cine. No sé si soy fotogénica o no lo soy, pero es tal la afición que siento,
que, a lo mejor...
—¿Así es que piensa usted ser artista?
Amparito Quereda vuelve a la realidad bruscamente al
escuchar esta pregunta. Ya no es la futura star ni la Bellea del
Foc. Es la muchachita alicantina modesta, trabajadora, con todas las virtudes
del Levante, que saben perfumarse con un poco de fantasía.
Y sencilla y pudorosamente contesta:
—¡Oh, no! Una mujer de su casa; nada más.
Las Doncellas de Honor
—Esta tarde —me ha avisado Guillén Salaya, gran animador del
concurso para la elección de la Bellea del Foc—, las Doncellas de Honor se
reunirán en la terraza del Hotel Samper.
—¿Las Doncellas de Honor? ¿Qué es eso?
—Son varias muchachas que se presentaron al comcurso y que
por su belleza merecían figurar y presidir los festejos con la triunfadora.
Cuando usted las vea comprenderá los apuros que pasamos el Jurado para tomar
una determinación.
Las primeras que acuden a la cita son dos hermanas: Gloria y
Mercedes Reyero. Altas, esbeltas, muy guapas... Una de ellas trabaja en una
zapatería de lujo. Las dos me aseguran que no tienen novio. Pero ¿en qué están
ustedes pensando, solteros alicantinos?
¡Un duro a la vista! Desde la presidenta hasta la última
vocal
de la Comisión Femenina, todas se precipitan sobre el vecino generoso
|
Josefina Asensi es una morena deliciosa. Tiene diecisiete
años. En cuanto a gustos y aficiones, escuchen ustedes su confesión:
—Soy muy deportiva —dice—. Es decir, adoro el deporte.
Sigue contándome cosas. Le gusta John Gilbert y Jeanette
McDonald. Adora el cine y el teatro. Los hombres...
—Los hombres me gustan —explica— altos, morenos, con las
espaldas así, la nariz así, los ojos negros y un bigotito así... ¿Me entiende
usted?
—Sí, señorita; perfectamente.
—Además, mi novio ha de ser llenito.
—¡Cómo!
—Sí, llenito: ni muy gordo ni muy delgado. Y preferiría que
fuera empleado del Estado, que es más seguro.
—Pues no exige usted nada, señorita.
—Pero le advierto a usted que yo me conformo con el que se
presente. Las muchachas alicantinas somos así, muy razonables.
—¿Todas?
—Casi todas. Nos amoldamos siempre a la voluntad del marido.
No somos celosas ni coquetas. Nos basta el más pequeño pretexto para
conformarnos con todo. Ya ve usted si es cómodo vivir con mujercitas así.
—¡Ya lo creo! ¿Sabe usted que si digo esto en Madrid, todos
los solteros castellanos van a invadir en masa el Levante?
—¿Ah, sí? ¡Pues dígalo usted! ¡Dígalo usted pronto!
Nadie se escapa, y nadie resiste a tan bellas postulantes |
Angelita Pascual (que obtuvo dos votos en el concurso para
la elección de la Bellea del Foc) es alta, morena y extraordinariamente
bella. Con ella coinciden otras dos maravillosas criaturas: Mercedes Pastor y
Esperanza Andreu.
—Me ha explicado una compañera de ustedes —les digo— cómo
las muchachas alicantinas son unas perfectas casadas...
—¡Y tiene mucha razón nuestra compañera!
—... que con mujercitas así la vida transcurre sin disgustos
ni sobresaltos. Que son cariñosas...
—Eso, ¡eso es!
—... que no son celosas; que se amoldan siempre a la
voluntad del marido, que...
—¿Eh? ¿Quién ha dicho eso?
—Su compañera... Yo creía que era así..., ¿no?...
Las tres se han alborotado. Eso de amoldarse a la voluntad
del marido y de no ser celosa parece que no forma parte de sus ilusiones
conyugales.
—¿Entonces, señoritas...?
—Seremos celosas, si él nos da motivo para ello. Y en cuanto
a la voluntad del marido, todo irá bien mientras coincida con la nuestra. ¡Pues
no faltaba más!
¡Dios mío; yo que creí haber hallado un edén!...
El notable escultor Rafael Peral, trabajando en un busto
que
luego será reproducido en cartón y figurará en una foguera
|
Hubiera pasado muchos días en la terraza del hotel,
contemplando las bellas muchachas sobre un fondo mediterráneo de mar y
palmeras.
—¿No van a venir más chicas? —pregunté a Guillén.
—Esta es la última —me contestó, presentándome a una rubia
espléndida—. Se llama Felicidad Laliga.
Imagínese usted, lector, una cara de chiquilla tímida en un
cuerpo perfecto de mujer. Imagínese un pelo dorado sobre una tez blanca y pura
como la de una princesa de cuento...
En los talleres donde se hacen les fogueres
En un taller del paseo de Pablo Iglesias, varias fogueres
se están montando en secreto. En ellas trabajan tres excelentes artistas: el
escultor Rafael Peral, el dibujante Juan Such Roca y el pintor Fernando
Guillot.
Un taller de fogueres es el lugar más curioso que existe.
Tiene mucho de estudio de escenógrafo; pero las esculturas en barro, los modes
de yeso y los monigotes de cartón —algunos verdaderas obras de arte—, le dan un
carácter peculiar.
—Aquí nos tiene usted trabajando sin descanso —me dice
Rafael Peral—. La plantá se aproxima y aún hay muchos ninots sin
terminar... ¡Y luego, montarlo todo!
Las chicas de la Comisión Femenina no se limitan a recaudar.
Vedlas reparando y pintando unos trozos de ninots
|
Los monigotes (ninots) se hacen de una manera muy curiosa.
El escultor modela en barro la figura; luego, se saca un molde de yeso de la
misma, y, cuando está seca, obtienen una reproducción en cartón reblandecido
con agua. Delante de mí, unos ayudantes me muestran cómo el grueso cartón
empapado y maleable se va amoldando, bajo la presión de los dedos, a la matriz
de yeso. Cuando el cartón está seco, lo separan del molde.
—Los trozos de figura así obtenidos —me explica Peral—
quedan listos para montar. Para adherirlos se emplea cola, y si es necesario los
parcheamos con hojas finas de cartón empapado de cola. Cuando el monigote está
completa, hay que dejarlo secar bien, y luego se repasa, modelándolo de nuevo
con los dedos mojados en agua de cola. Una vez afinado por este procedimiento,
sólo queda pintarlo y vestirlo.
—¿Se tardará mucho tiempo en construir una foguera?
—Varios meses. Primero, la Comisión del barrio abre un
concurso de proyectos, o bien se lo encarga a un artista conocido. Los temas
suelen ser alegorías políticas o caricaturas. Aquí estamos haciendo: para la
plaza de Gabriel Miró, L'ensomit de Llorenset; para Benalúa, Sobre el
castell d'Alacant se crema tot lo sobrant; Nostre clima i nostres danses,
para la calle de Quintana, y El torpedeamiento de España, que se emplazará en
el Mercado.
—¿Cuánto puede costar una foguera?
—De mil a ocho mil pesetas. Estas valen unas seis mil.
—¿Y tardan en quemarse?
— Media hora.
— Media hora.
Esto no es un idilio. Es el artista acabando un personaje de
su foguera |
Para alegrar al vecindario
Una tarde, a la hora en que las muchachas salen de los
talleres y oficinas, paseábamos José Ferrándiz y yo por la calle de Quiroga. El
presidente de la Comisión Gestora iba explicándome el funcionamiento de las
Comisiones de barrio.
—Se constituyen con los elementos que más entusiasmo
muestran por las fogueres. Su labor no es cómoda: tienen que recorrer todas
las casas, piso por piso, para obtener donativos y suscripciones. Estos
festejos los costea exclusivamente el vecindario de Alicante. La Comisión se
encarga de invertir los fondos recaudados en la foguera; además, el día de
San Juan contrata una banda de música para que recorra todas las calles del
barrio, y ajusta con un pirotécnico las tracas, masclets y morterets. A las
seis y media de la mañana, la banda de música y el dulzainero despiertan a los
vecinos. Detrás viene el pirotécnico quemando carcases y truenos, para dar
alegría.
—Y unos sustos espantosos, ¿no?
—¿Sustos los truenos y las carcases? ¡Hombre, por
Dios!...
Lo mismo cosen un vestido que montan un ninot. Vedlas en
plena faena |
La primera Comisión femenina
Ya soy un alicantino de pura cepa. Me echan una carcasa
entre los pies, y ni la oigo. Me disparan un morteret en las mismas narices,
y sonrío displicente.
Y así, seguro de no dar un espectáculo de forastero
pusilánime, me paseo por las calles de la bella ciudad levantina, sin sospechar
la existencia de nuevos peligros, hasta que un grupo de muchachas me rodeó,
gritando:
—¡Para la foguera del barrio! ¡Para la foguera!
-¿Para la foguera del barrio? ¿Quiénes son ustedes?
—pregunto, un tanto amoscado.
—Nuestra foguera es la de la calle de Quiroga. Nosotras
somos —añade, con gran empaque, una linda postulante— la primera Comisión
femenina de barrio que se ha formado en Alicante.
—¡Ah!...
—Sí —interrumpe otra—. Nuestro barrio es tan grande que no
le bastaba una foguera. Así es que, además de la que hacen los hombres,
nosotras instalamos la nuestra.
—Viva el feminismo, señoritas.
-¡Viva!... Y será la mejor de todas. La está haciendo
Francisco Olcina, que fue quien nos dio la idea. Una noche, a eso de las nueve,
me dijo: ¿Por qué no hacéis vosotras una «foguera»? A las nueve y
media teníamos formada la Comisión, con su presidenta, secretaria, tesorera y
contadora. ¡A las diez menos cuarto ya estábamos recaudando!
—¡Diablos!
—Sí; y hemos batido el record: en menos de un
mes, quinientas seis pesetas de ingresos —me declara la contadora.
Gastón Castelló, trabajando en su estudio |
Todas las muchachas quieren hablar a un tiempo. Al saber que
estoy haciendo una información para Estampa me llevan al domicilio de una de
ellas, donde celebran sus reuniones. La presidenta, señorita Madrona, agita una
campanilla, con tanto aire cuando menos como el señor Besteiro, para imponer
silencio. La secretaria, Encarnita Llorens, da cuenta de la labor del día,
mientras Maruja Cremades y Lola Misó, tesorera y contadora, respectivamente, se
embrollan en un mar de calderilla. Las vocales, que son Rosa Sánchez, Mercedes
Pérez, Rosa Peña, Lola Coloma, Remedios Juan y Vicenta Montaner, piden la
palabra, aunque sea para hablar de sus novios.
—Ya hemos pedido la palabra en la reunión de la Comisión
Gestora, y hemos apabullado a los hombres.
—¡No me extraña!
—Además, le sacamos dinero a casi todo el mundo —me explica
una vocal—. Nuestra foguera es la que se mete con los estudiantes, y ya sabrá
usted que la querían quemar en el taller. Pues bien; ayer, sin ir más lejos,
¡Lolita Misó y Rosita Sánchez le han sacado seis reales al
presidente de la F.U.E.!
—¡Bien! ¡Viva la Comisión! —gritan todas las chicas.
—Pues yo —dice la presidenta— he hecho una suscripción de
cinco pesetas semanales. Pero el pobre suscriptor padece una mujer
horriblemente celosa y aún más avara. Así es que sólo podemos ir a recaudar
cuando la fierecita está en misa. Nos escondemos tras una esquina,
y cuando la vemos salir, ¡zas!, ¡el sablazo al marido, que es un pobre vejete!
—Yo tengo un caso aún más divertido —me cuenta otra—. El
dueño del bar me da dos pesetas todos los meses, y me recomienda: Que no
se entere mi mujer, ¿eh? Y su mujer me da tres pesetas, diciéndome: ¡Por Dios, que no se entere mi marido!
—Es imposible no ser generoso con ustedes, señoritas.
—Imposible... ¡Si viera usted algunos!
—A mí, el otro día —concluye tristemente una vocal—, un
señor enfurecido me espetó: ¿Dinero para las «fogueres»?... ¡Eso! ¡Para
que luego venga toda mi familia del pueblo, me invada la casa, devore mis
provisiones, se diviertan y no me dejen dormir! ¡Al diablo las «fogueres».
Nosotras, de pintura entendemos
más que nadie, aseguran las chicas, mostrando sus labios y sus mejillas. Así es que su foguera va a salir maquillada |
Las muchachas me llevan al taller para que vea su foguera.
—¡La más bonita!
—¡El primer premio tiene que merecer!
—Hace un mes que no descansamos. Cosemos los trajes para los ninots, ayudamos a sacar los moldes, a pintar. De noche recaudamos...
—Estarán ustedes deseando terminar.
—Deseando que llegue la plantá, para que los hombres vean
lo que somos capaces de hacer.
—¡Vivan las chicas de Alacant! —grita la presidenta, llena
de entusiasmo.
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