El «menfotismo» alicantino, cabe decir que de especial raigambre entre los foguerers, es capaz de utilizar todo tipo de pretextos para que se engañen a sí mismos, con tal de marcar diferencias. Uno de los argumentos más utilizados para diferenciarse de Las Fallas, e incluso desmarcarse absurdamente de un origen evidentemente importado de estas, es el tan traído y llevado de que en Les Fogueres, desde el mismo año fundacional, los monumentos ya se crearon con una estética propia y, por lo tanto, diferente a la valenciana. De hecho, apenas tardaría en acuñarse la denominación de «Estilo Alicantino».
Aparte del detalle de que hubo monumentos foguerers que, ya esos primeros años, fueron plantados por valencianos, no deja de ser cierto que hay factores que condicionaron la estética de los mismos, como el hecho de que la época del año es obviamente diferente, con mucha más luz, o la circunstancia tan esgrimida de que, mientras en Valencia imperaban los escultores entre los artistas falleros, en Alicante la construcción de fogueres cayó en manos de pintores, lo que nos lleva, de una parte, a un notable tratamiento del color y, de otra, a la abundancia de superficies planas con exquisitas pinturas, más que al modelado.
Pero la realidad es que, en pocos años, lo que marcaría el estilo del monumento, tanto fallero como foguerer, sería las tendencias artísticas de la época. Además, por otra parte, tampoco es cierto que solo los pintores fueran los creadores del arte efímero alicantino. Buena prueba de esto la tenemos en los Carrillo, padre —Miguel— e hijo —Adrián—, ambos escultores, cuya obra no tiene nada que desmerezca con respecto a los pintores a la hora de plantar fogueres. Cabe añadir, a título anecdótico, que se trata de la primera saga de artesanos foguerers alicantinos, a la que seguirían otras tan prolíficas como la de los Capella, los Granja, los Abad o los Gómez Fonseca.
Miguel Carrillo Soler (Relléu, 1873-Alicante, 1935) lo cierto es que lo mismo pintaba que esculpía. En escultura e imaginería, faceta esta que más desarrolló en su taller de la calle San Nicolás, tuvo como profesor al escultor Ruidavés, cuyas imágenes y pasos de Semana Santa desfilaban en Crevillente y otros lugares de la provincia. Aficionado a la música, que también practicaba, fue fundador y subdirector de «La Wagneriana», agrupación musical alicantina de pulso y púa. Hizo talla en madera, pintura, restauraciones y toda clase de trabajos artísticos. En Sant Joan d'Alacant se conserva un retrato del Doctor Esquerdo tallado en madera de boj.
Al iniciarse Les Fogueres de Sant Joan, aunque ya le cogiera con cierta edad, Miguel Carrillo, al igual que la mayor parte de los artistas alicantinos, construyó varios monumentos foguerers, en concreto entre los años 1928 y 1931. En el primero de estos años tuvo problemas con la censura, en la foguera que plantara en Alfonso el Sabio, entre las confluencias con las calles San Vicente y Díaz Moréu, monumento sencillo, casi esquemático, que erróneamente siempre se ha atribuido al Mercado.
La Foguera Alfonso el Sabio, San Vicente, Barrio San Fernando y adyacentes, solicitaba plantar el monumento Nunca es tarde... entre los números 1 y 5 de la avenida de Alfonso el Sabio, lo que el Ayuntamiento autorizaría, si bien habría que modificar previamente algunos de los personajes representados, claramente identificables entre los notables de la sociedad alicantina de entonces. Se trata de la primera aparición de la censura en la historia de Les Fogueres, hablando la explicación original de la foguera de:
La llegada de los Reyes Magos que son portadores de valiosos regalos para personas conocidas de la localidad, y son: a D. Juan Botella Pérez, un violón; a D. José Juan Pérez, candados y cadenas; a D. José María Py, un duro con falla; a D. X.X. Tenor del Orfeón, un gallo; a D. Manuel López de Gomis, una condecoración; al Sr. Espadín-sablista de profesión, un sable; a D. Pascual Ors Pérez, una plaza de toros; y algunos otros pequeños objetos más que complementen el conjunto.
Un escrito posterior sería autorizado con no poco notables cambios, ya que «alguna de las personas que se consideran molestadas por su inclusión entre las figuras que dicha foguera se compone han manifestado su disconformidad a esta comisión gestora, decidiendo, el que suscribe, de acuerdo con los demás componentes de comisión, suplicar a S. E. sea anulado el boceto presentado y aprobado en el siguiente sentido», y continuaba más adelante explicando que la foguera simbolizaba:
La llegada de los Reyes Magos que son portadores de algunos regalos para obsequiar a las siete figuras restantes, y, para completar el conjunto decorativo de la foguera se agregan a la misma. Las figuras que componen dicha foguera son: un Rey Mago vestido a la manera tradicional, un camello, un negro, y un conjunto de siete figuras. Estas siete figuras para evitar erróneas interpretaciones se presentarán sin vestir y desfiguradas en cuanto sea posible con el anterior proyecto presentado.
Foguera
Alfonso el Sabio, San Vicente, Barrio San Fernando y adyacentes 1928 (Archivo Municipal de Alicante, AMA) |
Es una lástima que no se conserve ningún boceto con el que contrastar los escritos citados, pero sí sobrados datos para afirmar que no se trata del primer monumento de la actual Foguera Mercado Central. Basta con aportar dos muy significativos, como el hecho de que no aparece anuncio alguno de comerciantes del Mercado de Abastos en su llibret, y que se cite textualmente que la foguera fue «costeada por los vecinos del Barrio San Fernando, Calles de Alfonso el Sabio, Díaz Moréu, Calderón de la Barca, Infanta, San Vicente y calles adyacentes», cuando es sabido que la Foguera Mercado Central nunca, o apenas, ha tenido distrito, además del hecho de que en la Reunión de Comisiones de Fogueres de San Chuan de julio de 1929, se presenta la ampliación del distrito de la entonces denominada Foguera Plaza del Mercado a los números 1 al 11 y 2 al 10 de la calle Alfonso el Sabio, pero de cara a Fogueres de 1930, no hasta entonces.
En 1929 fueron autorizadas las solicitudes de plantà de dos fogueres de Miguel Carrillo. Para la Foguera Calderón de la Barca se presentaba el monumento denominado, según su magnífico boceto en tinta, Memorias de un devorador de arroces, e iba a ser levantado en la esquina de la calle Manuel Antón con Calderón de la Barca. Constaba de una enorme paella central, sobre la que un hambriento personaje daba cuenta de un buen plato, sentado cómodamente en una mesa de restaurante ante las columnas de la estación de ferrocarril.
De dimensiones modestas, con 3 x 3 metros de base, la Foguera Plaza de Juan Poveda fue titulada por el artista La primera 'squilá, de acuerdo con el boceto conservado, en tinta azul, y quedaría instalada delante de la fuente de la plaza de Juan Poveda, actual plaza de San Cristóbal. La pequeña referencia a la explicación del monumento en la revista La Foguera de 1929, no ofrece muchas dudas acerca del contenido de esta sencilla obra: «Está vist que en este mon tot pasa y tot es fa vell: el cabell fon pa Sansón lo mes fort que havía en ell, y huí priva la "garsón", es dir que sobra el cabell».
Miguel Carrillo Soler repetiría los dos años siguientes en la misma demarcación. Así, en 1930 el artista plantó otra modesta foguera de 5 x 3 metros de base, titulada ¡Rinden armes!, según consta en su boceto realizado en tinta azul. La revista Alacant. Fogueres de San Chuan de 1930, explica de este sencillo monumento: «Sobre dos grosos cañons, el símbolo de la pau vol a totes les nasións vore si les armes trau. ¿A la forsa qui no guaña contra les armes de caña?».
Y en 1931, la foguera la titularía el artista La desbandá, según expediente y boceto conservados en el AMA. La sucinta memoria que contiene la solicitud de plantà, dice lo siguiente: «La inspiración de esta "foguera" está basada en que en el momento de la proclamación de la República en España, con el contento y aplauso del pueblo, hacen "desbandá" los zánganos de colmena en vista de los acontecimientos». Una enorme colmena simbolizaba el trabajo, al lado de la efigie de la República portando la bandera tricolor, y de ella huían los que se aprovecharon del anterior régimen.
Boceto y Foguera Plaza de Juan Poveda 1931 (Boceto, número extraordinario de Fogueres de El Tio Cuc 1931, AMA; foto, llibret de la Barraca «I no voliem» 2013, archivo Armando Parodi) |
Pero Carrillo no tuvo fortuna, ese mismo año, cuando pretendió plantar una foguereta y varios grupos callejeros anunciadores en diversos puntos del centro de la ciudad, cuyo permiso fue denegado por el Ayuntamiento. Su intención queda recogida en un magnífico boceto en acuarela que se conserva en el Archivo Municipal, y su tramitación generó abundante documentación. Alcaldía decidió delegar a la Comisión de Gobernación la decisión de tratarla como una autorización más de foguera, o aplicarle un procedimiento especial. La solicitud de plantà comentaba que la foguereta «representa una alegoría del comercio y la industria; los grupos serán más o menos, según las casas anunciadoras», y añade que las figuras sueltas, también anunciadoras, estarían distribuidas por las calles de la capital. Dejaba a criterio de Alcaldía la ubicación, y no descartaba que fueran más de una las plantadas, en cuyo caso se presentarían posteriores solicitudes de autorización con sus correspondientes bocetos.
Pero lo más delicado venía a continuación: «Como seguramente los gastos de esta foguera y figuras anunciadoras, ha de ser superior, en el presente año, a los ingresos, es por lo que el abajo firmante se permite solicitar se le conceda la exclusiva para esta publicidad, durante el plazo de diez años, abonando, como es natural, los arbitrios pertinentes». La Comisión de Gobernación decidió darle el mismo tratamiento que le aplicaría a una foguera, con los mismos criterios, pero no accedió a las pretensiones de Miguel Carrillo, pues se consideró que el artista lo hacía con fines lucrativos. Sin embargo, su nieto y también escultor, Adrián Carrillo Valero, matiza al respecto que, «siendo justos, se debería mencionar que la comisión no tenía dinero, y que mi abuelo propuso esa fórmula para poderla financiar».
Miguel Carrillo jamás fue premiado pero, paradójicamente, fue profesor de gran cantidad de artistas foguerers que triunfarían con sus obras. Padre del escultor y también artista foguerer, Adrián Carrillo García, y abuelo del mencionado e igualmente escultor, Adrián Carrillo Valero —Adriano Carrillo—, si bien este nunca ha trabajado el arte efímero.
Adrián Carrillo García (Alicante, 1914-1979) no tuvo más escuela que la de su padre, aunque sí cierta influencia de Daniel Bañuls, pero suficiente para dotarle de sobradas cualidades escultóricas que, con el paso del tiempo, fueron el eje de su trayectoria artística foguerera, que le valió un merecido prestigio.
Estudió el Bachillerato en el Instituto de Enseñanza Media de Alicante, trabajando en los ratos libres y en vacaciones en el taller de su padre. Obtuvo una bolsa, para ampliar estudios, de la Excma. Diputación Provincial. Dominaba todas las facetas de la escultura, como demuestra la gran cantidad de obras realizadas, tanto en bronce, como en piedra, mármol, caliza, madera policromada e incluso acero u hormigón, llevando su obra desde el clasicismo mediterráneo hasta la abstracción geométrica en los setenta.
Son ejemplos representativos de su extensa producción: relieves en piedra caliza, en los edificios de Obras Públicas y Junta de Obras del Puerto; relieves en el Colegio de Huérfanos Ferroviarios; retablo de la capilla del Instituto de Enseñanza Media, en piedra caliza sobre mosaico; un San Gabriel corpóreo en la fachada de la iglesia de este barrio; relieve en mármol en el que fuera Hotel Carlton; así como un buen número de obras repartidas por nuestra provincia. Fuera de Alicante: un monumento en mármol al Alcalde Teresa y otro en bronce al Alcalde Martínez, ambos en Almansa; un relieve en la fachada del Colegio del Santo Ángel y un San José en piedra, ambos en Madrid; un San Isidro en madera policromada en Benagéber (Valencia); y en el mismo material y técnica, una Virgen con Niño en Llanos del Caudillo (Ciudad Real).
Como artista de fogueres, su aportación se inicia en 1934, realizando tres obras antes de la contienda nacional, en colaboración con otros autores y abierto a la influencia de las corrientes artísticas de la época, entre las que cabe destacar, el año de su debut, El puñao de rosas, en colaboración con José Barahona y Antonio Esplá. Un tributo a Carlos Arniches que le valió el Tercer Premio de Categoría A para la Foguera Plaza 14 de Abril, actual Calvo Sotelo, dotado con 500 pesetas. Aunque la solicitud de plantà menciona la entrega de fotografías del boceto, lo cierto es que no se conserva ni lo uno ni lo otro.
La foguera, de planta rectangular, tenía 8 x 16 metros de base y 18,5 metros de altura y fue plantada entre la calle Canalejas y la avenida del Doctor Gadea. La solicitud apuntaba que el monumento «se limita a crítica de escenas locales inspiradas en títulos de obras de nuestro Foguerer Machor e hijo ilustre de Alicante, Don Carlos Arniches». Y el número extraordinario de Fogueres de El Tio Cuc solo recoge esta escueta explicación:
Com el foguerer majord'esta foguera és Arnichesli tributen este honor.
En 1935, Adrián Carrillo, en coautoría con Pedro Valdés, plantó en Categoría B para la Foguera Méndez Núñez, actual Rambla, el monumento La isla olvidada, que obtuvo el Premio de Turismo, muy probablemente por su temática: nuestra isla de Tabarca. Midió 12,2 x 3 metros de base y se instaló a la altura de los números 1 y 3 de la avenida.
La solicitud de plantà se acompaña de un boceto de un lateral en lápiz sobre cartulina, así como una foto autorizada del otro, en acuarela. Consta una extensa explicación del monumento:
El asunto de esta foguera tiene por motivo, el mostrar el abandono y el olvido en que se encuentra la Isla de Nueva Tabarca, o L'Illa (como decimos los alicantinos), y para ello el desarrollo de la «foguera» es un contraste de la isla tal como era en tiempos de Carlos III (que fue quien la urbanizó y fortificó), o sea que entonces se la tomó en consideración, y en cambio después de dos siglos de civilización se la tiene abandonada.
Describe a continuación uno de los laterales, en la época floreciente de la isla: «la parte antigua (buscando trozos bellos y característicos de "La Isla") la representamos en tres escenas; una de ellas el torreón, con un trovador que va a dar la serenata a su bella; otro cuadro como parte guerrera, con un centinela a la puerta de la muralla; y por último una escena que representa un puerto que existió (y del cual carecen hoy día)». En el otro lateral, la otra cara de la moneda: «las miserias y calamidades que tienen que pasar los pobres pescadores, siendo así, que ya viejos tienen que trabajar y exponerse a los peligros del mar, [...] el momento en que dado el fuerte viento es dificilísimo por no decir imposible el varar el barco, [...] el cuadro triste del hombre que tiene a la mujer enferma y no tiene médico que ponga remedio a su dolencia». Y entre ambos, en «un trono se halla una alicantina la cual recibe a una sirena que viene a presentarle a un representante de la "Isla" para pedirle protección».
Ambos autores, este mismo año plantaron el monumento de la Foguera Plaza de Hernán Cortés, titulado Alicante ideal, también de Categoría B, con 8 metros de base y 10 de altura, en el cruce de las calles Las Navas y Aranjuez, actual Felipe Bergé. Se conserva un boceto en acuarela sobre cartulina, así como una explicación de la foguera que hace referencia a las tres caras del mismo. En la primera de ellas «hacemos ver la necesidad que tiene Alicante y en particular este barrio de purgar el vecindario de tantísimo bar de camareras y casas de prostitución; y para tal objeto situamos toda esta gentecita en un barrio, "Barrio Chino" que poseen todas las ciudades bien saneadas de esta chusma». La segunda de las escenas «se refiere al proyecto de urbanización de la calle Torrijos que debían prolongarla hasta Gabriel Miró y en general a los proyectos de urbanización de todo Alicante». Y el último de los frentes de la foguera «representa en guasa la falta de protección que tiene el saber de esta población y situamos una fuente del saber donde se dirigen tres representaciones del arte, ciencia y trabajo por indicación de una encarnación de Alicante».
La Guerra Civil Española había llevado al exilio o a la cárcel a muchos de los artistas e intelectuales alicantinos de los años treinta. Estos difíciles años de posguerra hicieron mella en un carácter tan sensible como el de estos artistas plásticos. Ya no eran reclamados por las instituciones ni valorados por la prensa. Sin otro oficio, tuvieron que subsistir como pudieron en esos años tan duros. Poco a poco el grupo de amigos pudo volver a reconstituirse, con nuevas incorporaciones, en torno a distintas tertulias y en algún estudio como el de Gastón Castelló. Y fue de esta forma cuando en 1944 surgió la posibilidad de colaborar con la comisión de un barrio tan querido para ellos como el de la plaza del Puente.
Adrián Carrillo volvió a ser noticia entonces, cuando colaboró solidariamente con sus amigos los pintores Gastón Castelló, el alcoyano Miguel Abad Miró, Emilio Varela, Melchor Aracil y Manuel Albert, además de los escultores Daniel Bañuls y José Gutiérrez, en el célebre monumento colectivo de la Foguera Plaza del Puente, actualmente Puente-Villavieja, titulado ¡Cuidado con nuestro barrio!, Tercer Premio de Categoría B, dotado con 200 pesetas, demostrando su estrecha relación con el entorno plástico alicantino de la época. Un monumento que representaba las casas típicas de ese barrio, flanqueadas por dos grandes lienzos de Aracil y Varela. Además, el reconocido músico alicantino Rafael Rodríguez Albert colaboró con esta foguera poniendo música a una letrilla de Eduardo Irles que decía:
Barri de la Vila Vellaánima ardent d'Alacant;cases morenes al sol,vestides de colors clars,que s'empujen al Castellper a mirarse a la mar.Palacetes y carreronsahon s'adormeixen els anys.Un so d'alegres dolçainessona desde d'un temps d'antany.I, entre vives iluminaries,la dança broda el seu pas.¡Vila Vella, Vila Vella!Tens en la plaça del Pont—entre el Castell y la mar—d'Alacant, el noble cor.Barri de la Vila Vella,ánima ardent d'Alacant...Gavines y colometsvolen baix un sol triomfant.
Sería en esta su segunda etapa, a mediados de los cuarenta —1945-1947—, cuando Adrián Carrillo, ya en solitario, marcó tendencias con sus obras, minuciosas, intimistas y de cortas proporciones, caracterizadas por su respeto a la corriente estética imperante, armónicas y con sensación de unidad, gracias a unos ninots llenos de vida y en su lugar apropiado dentro del conjunto del monumento. Prueba de ello son sus dos ninots indultats consecutivos, en 1946 por el grupo Las Hilanderas, y en 1947 por la figura de una alicantina engalanándose, ambas en la foguera que plantara en la plaza de Gabriel Miró, demarcación fija en el trienio, pues solo plantaría el primero de los años dos fogueres, la segunda de ellas en San Antón Alto. Los tres años fue premiada.
Su debut en la Foguera Plaza Gabriel Miró se vio coronado por el triunfo. Costumbres de ayer y de hoy fue Primer Premio de Categoría B, dotado con 600 pesetas. Un monumento que plantaría en la plaza de Gabriel Miró, a la altura de la calle Ojeda, de la que la Revista Oficial de las Hogueras de San Juan 1945 recoge la siguiente explicación:
Todo tiempo pasado fue mejor... Nostalgia de costumbres netamente españolas por alicantinas esparcidas en el olvido y el tiempo. Melancolía de ver que las cosas más bellas del pretérito «llegan a nosotros como silenciosas piezas de un Museo». «Porrat de la Candelaria», «Festes de carrer», ¿dónde estáis ya?, se pregunta el alma del artista. Todo ha sufrido modificaciones y mutilaciones dolorosas. ¿Dónde el ayer espiritual y genuinamente nuestro?... «Como pétalos de una flor deshojada, perdieron su aroma y su color...».
Boceto de la Foguera Plaza Gabriel Miró 1945 (Revista Oficial de las Hogueras de San Juan 1945, archivo Armando Parodi) |
Pero el simbolismo y consigna del monumento que plantara ese mismo año para la Foguera San Antón Alto, no caló lo esperado a afectos del Jurado. Plantado en la confluencia de las calles Valencia y San Carlos, según el llibret de la Foguera:
Un carro simbólico en forma de hoguera representa nuestras fiestas, tirado por dos briosos corceles, y conducido por un alicantino, arrolla cuantos obstáculos se interponen en su camino, como remate y apoyado en el escudo de nuestra ciudad, va una mujer alicantina que sonríe. El triunfo de les fogueres es el triunfo de Alicante.Por los bajos, se recogen escenas variadas, de las inmensas dificultades que encuentran todas las comisiones de hogueras para cumplir su cometido.Unas figuras en relieve, meditan sobre el estado decadente de la fiesta.En el testero superior a modo de monumento, don Ramón [Ramón Aracil Salas], el eterno presidente y en el testero posterior, una figura que se orina en la foguera; esta figura representa a todos aquellos que después de no prestar ayuda a estas comisiones, aún se vanaglorian de ello.Esta descripción, aunque breve, recoge el verdadero significado de estas hogueras y creo será comprendida por todos, acojamos con cariño esta consigna: «Tot per Alacant» [que fue el lema de la foguera].
Foguera San Antón Alto 1945 (Fogueres 1998) |
En 1946, el título del monumento plantado para la Foguera Plaza Gabriel Miró fue No cal que amarreu els gats, de nuevo Primer Premio de Segunda Categoría, con 1.000 pesetas de asignación. La exquisita explicación de la foguera, que merece la pena reproducir completa del llibret, es la siguiente:
Rememora la «foguera»nuestras costumbres marinasy exalta aquella «peixquera»del «llus», el «moll», las sardinas,el «llobarro», la palaya,el «polp», el «gall» y la almeja,y la sabrosa «morralla»producto de la «pareja».Ya no se vende el pescadopor las calles de Alicanteporque parece pecadoy, además, no es «elegante»pregonar a voz en gritola sabrosa mercancíabajo el sol de mediodíaen las playas de Levante.«¡Llus y molls de la parella!»es un anuncio vulgary los productos del marno necesitan aquellamanera de vocear:para su venta está el bary, para «pescarlos» ellas.La verdad es que, señores,las cosas cambian de un modoque no es que perdamos algo,es que lo perdemos todo.Nuestros refranes mejoreslos vamos viendo moriry ni «a San Chuan, bacores»vamos a saber decir.Bien está que «Don Progreso»vaya limpiando el camino,pero que no barra esode sabor alicantino,ni ese típico pregóndel dorado salmonete,ya que con su adquisiciónse nos va casi un billete.Mas también hemos pensado,con nuestra razón a solas,que no vemos del pescadomas que «colas», muchas «colas».Aquí no se ve la pesca,aquí no hay más que negociosporque hay mucha gente frescaen sociedades y en «socios».En «socios» que viven bien,de una moral ejemplar,que cobran el cien por ciende un trozo de calamar.Y como el «socio» es un «hacha»para el negocio en cuestión,pues te disfraza la alachay dice que es boquerón.Si tú, lo quieres, lo tomas,y, si no quieres, lo dejas,que no se reparten bromas... ni se reparten lentejas.Y así la vida no es gratapues, mirando esos extremos,algunos meten la «pata»y «los marinos», «los remos».
Foguera Plaza Gabriel Miró 1946 (Archivo Adriano Carrillo) |
Siendo nuevamente premiado, Adrián Carrillo plantó en 1947, por tercera vez consecutiva, el monumento de la Foguera Plaza Gabriel Miró, Cansons de mona, merecido Primer Premio de Primera Categoría, la máxima en su época. Su explicación en el llibret de la Foguera es muy extensa, ocho páginas, que se inicia con una «versión castellana», la siguiente:
La hoguera es, toda ella, una glosa satírica de las canciones que el pueblo ha cantado y canta todos los años durante las fiestas de Pascua Florida.Por ello, en cada elemento de la hoguera se han escrito estas canciones que «toman cuerpo» en las diferentes actitudes de los personajes, avalados por fondos alusivos.
Continúa, ya en valenciano, alabando al artista y a su obra:
Cuidadós, púlcre, ordenati artiste de cós sancèr,Carrillo ha fet i ha pensatlo millor que s'ha plantaten este alegre carrèr.
Y despliega seguidamente tantos actos como escenas contiene la foguera, cada una titulada como esas tradicionales canciones de mona: «Que rode la mola, / que torne a rodar»; «Les xiques de l'horta / se volen casar»; «¡En el dit, dit, / en la má, má... / en el cólse, cólse, / i al c... li pegará!»; «A la rum, rum / cabaset de fum...»; «Tiene mi tarara / unas pantorrillas / que parecen cañas / de colgar morcillas»; «Que no me la encendrás / en el pío, pío, pío / que no me la encendrás / en el pío, pío, pá».
Termina con los versos: «¡Cantem les cançons de mona / en pau i en felicitat... / mentres els estraperlistes / fan cáses en la Explaná!», seguidos del consejo —Conçell— de que «Per plantar una foguera / tres còses tenim que fer: / rifar raçions de tercera, / un padrí en bóna cartéra / i un president... foraster».
Su máximo logro y su última obra, ya que, en plena cumbre de su éxito, abandonó la creación de fogueres, si bien dos años después ejercería un importante papel en el funcionamiento del Gremio de Artes Plásticas, como enlace con los artistas foguerers. Años después, fue designado en varias ocasiones Jurado de Fogueres, mostrándose abiertamente contrario a la barroquización del monumento.
Fue padre del también artista Adrián Carrillo Valero —Adriano Carrillo— (Alicante, 1946), continuador de esta saga, que se decantó igualmente por la escultura, obteniendo un gran reconocimiento por parte de su ciudad, Alicante.
En su obra utiliza diferentes materiales desde piedra a madera a través de los que consigue plasmar esa alternativa a la figuración, investigando las posibilidades del informalismo matérico y la abstracción geométrica. Estas técnicas las aplicó también ocasionalmente a la pintura. Su producción es un compendio de distintos registros plásticos donde Carrillo deja patente tanto su estética como los temas sociales de su tiempo, si bien este magnífico escultor nunca se decantó por el arte foguerer.
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