Artículo publicado en el llibret 2025 de la Foguera Avenida de Lóring-Estación
Pensar en Joaquín Santo Matas y en escribir sobre él se convierte en una curiosa paradoja. No me resulta fácil hacerlo acerca de mi relación con él porque no fue ni tan extensa ni tan intensa, pero a la vez, podría decir tantas y tantas cosas puesto que, a pesar de ello, marcó profundamente mi vida. Así que voy a aprovechar la oportunidad de hacerlo y lo voy a intentar transmitir en estas páginas dedicadas a él, se lo debo.
No recuerdo exactamente cuándo y dónde tuve la fortuna de saludarle por primera vez, pero enseguida me di cuenta de que era una de esas escasas personas de las que la sensación que percibes es de conocerla desde siempre. Había pasado ya su etapa de diputado en las Cortes Valencianas, y muy probablemente sería en el Archivo Municipal de Alicante, AMA, al que si no recuerdo mal estaba vinculado de algún modo, y yo aprovechaba cualquier hueco para investigar en lo que todavía ni yo mismo sabía que iba a ser mi primer libro, así que coincidía bastante con él.
Dado que en esa misma época, los primeros años dos mil, yo vivía inmerso en mi primera etapa en la Delegación de Cultura de la entonces Comissió Gestora de les Fogueres de Sant Joan, hoy Federació, tuve oportunidad de ofrecerle participar de jurado en el Certamen de Llibrets y en la Exposición del Ninot. Se percibían ya algunas de las muchas virtudes que acompañaban a Joaquín, su disponibilidad incondicional, su empatía, su objetividad y minuciosidad, las ganas de establecer lazos de amistad, ganas que me contagió, sintiéndome muy cómodo con él desde el primer día que le traté, tal como adelantaba antes, como si le conociera de mucho tiempo atrás. Más adelante, su participación en certámenes dirigidos por mí desde la Comissió Gestora se hizo bastante habitual, siempre sin pegas, accediendo a la primera y siendo uno más, aunque no podía evitar ser referencia a la hora de dar sus observaciones y opiniones, pues su solidez de criterio era sobradamente conocida.
El año 2003 ambos iniciábamos nueva etapa, yo en la Asesoría de Cultura de la Comissió Gestora, lo que me liberaba un poco para intensificar mi investigación, y Joaquín al frente del Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert. Cada vez que coincidía con él en el Archivo Municipal, en alguna de mis visitas al Instituto en las que aprovechaba para saludarle, pues siempre que estaba me recibía con agrado, o en alguno de sus actos culturales multitudinarios, pues su tirón era verdaderamente asombroso, siempre me preguntaba cómo iban mis investigaciones y me empezó a inculcar la posibilidad de darle forma de libro, cuando inicialmente solo iban a ser tres entregas de llibret para una de las comisiones de foguera más punteras en la época. Recuerdo en concreto una conferencia que dio en el Casino de Alicante, que tuve que escucharla de pie ya que estaba abarrotado el salón, algo habitual en las intervenciones culturales de Joaquín, algo que siempre me ha causado una mezcla de admiración y sana envidia.
Al final, cuajó la idea de darle forma de libro y, como no podía ser de otro modo, le ofrecí que me lo prologara, algo a lo que no solamente accedió, sino que para mi asombro me dio las gracias efusivamente. Una personalidad de la cultura alicantina dando las gracias a una persona que no había publicado más que artículos y organizado certámenes, sin más trascendencia que el ámbito festero y poco más.
Llegado 2009, yo ya estaba desvinculado de la Comissió Gestora, aunque obviamente me mantenía dentro del mundo de la Cultura, tanto en lo que concernía a Fogueres como también a mi otro tema, Nueva Tabarca, donde están mis raíces, algo que, por cierto, en cuanto Joaquín me conoció y supo mi apellido dio por hecho, no sin razón, interesándose también por mis actividades relacionadas con nuestro barrio insular. Pero ese año 2009 llegó también para Joaquín una dolorosa e injustificada destitución en su magnífica labor al frente de la entidad cultural de la Diputación Provincial que dirigía. Intereses personales, más que políticos, sin criterio ninguno y solo buscando trato de favor, que ya la prensa de entonces recogió no sin la contundencia que debiera, interrumpieron una labor impoluta que estaba enriqueciendo la cultura alicantina año a año. Siempre recordaré la conversación que mantuvimos, de nuevo en el Archivo Municipal, en la que empaticé con Joaquín y su indignación como nunca me había ocurrido con nadie, y sé que lo apreció y valoró. Joaquín a veces era tan transparente que hablaba hasta más de lo prudente, sin malicia pero con la objetividad que le caracterizaba, aunque en ese caso le afectara personal y profesionalmente a él. Y tuvo un detalle que no olvidaré, pues me dijo que eso no cambiaba su compromiso conmigo y con mi libro, teniendo incluso la iniciativa de, conjuntamente con la comisión de la foguera destinataria de esa trilogía origen del libro, cuya primera entrega también prologó, ayudar a buscar patrocinio para su publicación.
Como siempre, haciendo uso de su vasta cultura, comenzaba el prólogo de mi libro con unas citas que me gustaría rescatar, para ver con qué facilidad innata Joaquín enfocaba aquello de lo que quería hablar. Todos los que hemos tenido la fortuna de conocer a Joaquín reconocemos de inmediato su personal manera de expresarse, como en estas primeras líneas del prólogo de Alicante. Arte y Fuego:
«El filósofo José Ortega y Gasset afirmaba "dime cómo te diviertes y te diré cómo eres", mientras el orondo escritor londinense Chesterton decía que "divertido no es lo contrario de serio sino de aburrido". Comento todo esto porque el ser humano necesita para su supervivencia de la fiesta, que va estrechamente unida al devenir de los pueblos, a menudo analizados en función de su manera de interpretarla, lo que no hace para nada banal o secundario su estudio. Y será Ortega quien hable de la razón histórica y de que el hombre no tiene una naturaleza sino una historia. Y esta marcha a la vez unida a los momentos de ocio, convertido en logro para la humanidad desde aquel lejano 1886 en que consiguiera la jornada laboral de ocho horas en Estados Unidos, porque el obrero necesitaba dividir el día en tres parcelas de igual tiempo para el trabajo, el sueño y el esparcimiento.Estudiar la historia de la fiesta civil para un alicantino, a la luz de la verdad, según el justo criterio de Cicerón, es hacerlo sobre todo de las Hogueras de San Juan, y además desde el rigor y de una manera exhaustiva para que resulte creíble».
Me permito rescatar unas líneas más del extenso prólogo, que no tiene desperdicio, porque cada palabra sigue transmitiendo el espíritu comunicativo y la didáctica de Joaquín, al afirmar que «hasta ahora se ha pecado mucho del trabajo de hemeroteca, revisando periódicos y publicaciones menores, copiando de ellos sin más, cuando la palabra escrita no es dogma y los errores y contradicciones abundan, echándose en falta la constatación del dato así como el ahondar en los contenidos». Y apuntillaba el razonamiento añadiendo: «Ya lo dijo Tagore hace muchos años: "La corriente de la verdad se esparce por los canales de los errores"». Joaquín Santo en estado puro, que a continuación vertía con su sapiencia el mejor resumen que he leído de la situación sociopolítica que vivía Alicante en el momento de la fundación de Les Fogueres.
Era típico en Joaquín que siempre encontrara el comentario, el dato o la cita más adecuada u oportuna, y aprovechara cualquier pretexto para ello. Un claro ejemplo, sin salir del mismo prólogo, casi finalizando el mismo, lo tenemos cuando menciona mis estudios de médico, al añadir que «galenos ya hubo en la etapa primigenia de las fiestas fogueriles, caso del primer presidente de Plaza de Chapí, Ramón Guillén Tato, hijo del pintor y constructor de hogueras Heliodoro Guillén Pedemonti, o de José Estruch Ripoll y Ángel Pascual Devesa, ambos presidentes de la Comisión Gestora en 1931 y 1936 respectivamente». Y que «un gran científico que tanto aportó al mundo de la Medicina como Louis Pasteur, afirmaba que si no conocía una cosa, la investigaba». Cómo no estar orgulloso y agradecido de que mi primer libro contenga unas líneas tan notables.
El libro se presentaría el 4 de mayo de 2010, en la sala cultural de los conocidos grandes almacenes de nuestra ciudad, con amplia cobertura mediática, en la que sin duda influyó que, obviamente, no podría ser mejor introducida su presentación que con palabras de Joaquín Santo Matas. Recuerdo que apenas llevaba unas anotaciones en un par de folios y, sin embargo, desarrolló una auténtica ponencia que lamentablemente no conservo, aunque sí su reportaje fotográfico, parte del cual se reproduce a continuación.
El impulso y el apoyo de Joaquín no se quedó ahí, participando también en cuantos actos relacionados con el libro y la trilogía de llibrets eran organizados por la comisión de la foguera destinataria de los mismos, como es buen ejemplo el que recoge ElPeriodic.com del día 26 de mayo, en la presentación, el día anterior, de la segunda entrega de la trilogía adaptada al sistema de lecto-escritura Braille: «Joaquín Santo, en representación del AMA hizo la introducción del acto, recordando su relación personal con los invidentes y a los alicantinos ilustres con problemas de visión».
Un par de años después de su injusta destitución, Joaquín ocuparía unos años, más que merecidamente, el cargo del Asesor de Cultura de Presidencia de la Diputación de Alicante, sería nombrado miembro de la Comisión Científico-Artística del Consorcio de Museos de la Comunidad Valenciana, y en noviembre de 2014 serían por fin reconocidos sus méritos al ser nombrado por unanimidad Académico Correspondiente de la Real Academia de Cultura Valenciana. Inmediatamente que lo supe me puse en contacto con él para expresarle mi más sincera felicitación porque al fin se hacía justicia histórica con él, y recuerdo su agradecimiento y cómo se notaba en sus palabras la satisfacción que sentía. Joaquín era transparente. Cada vez que a Joaquín se le otorgaba un premio o distinción, como en 2015 cuando se le concedió el Premio Hermes Comunidad Valenciana a la Comunicación, por su labor divulgadora de la Cultura durante cuatro décadas en prensa, radio y televisión, me alegraba muy sinceramente y así se lo manifestaba en cuanto tenía la oportunidad de contactar con él.
También Joaquín, siempre que había motivo u ocasión, continuó mostrándome su apoyo incondicional. Traeré como ejemplo que ese mismo año 2015 publicaba un artículo el Diario Información del día 1 de julio, con el título Tabarca y las Hogueras, que comenzaba así:
«El domingo 21 de junio coincidí como jurado de Hogueras con Armando Parodi, persona muy experta tanto en temas tabarquinos, donde el apellido delata su origen isleño, como en asuntos relacionados con la fiesta fogueril, investigando sobre ambos mucho y bien desde hace tiempo.
Pues bien, Parodi me comentaba que este año le hubiera gustado haber plantado hoguera en Tabarca al cumplirse medio siglo de aquella que se levantó y no pudo arder, al faltar bomberos e infraestructura de seguridad que garantizara la cremà, el 29 de junio de 1965, festividad de San Pedro y San Pablo, durante las fiestas patronales de la isla. Lo intentará el año próximo».
Eso al final no ocurriría, pese a su apoyo muchas fueron las trabas que se me pusieron, pero es un claro ejemplo que demuestra que, independientemente del cargo o cargos que ocupara, Joaquín siempre se mostró conmigo como un verdadero e incondicional amigo, y hasta en cierto modo reconozco que me aprovechaba un poco de ello, pues le enviaba a personas que buscaban garantía de calidad en quien les hiciera artículos o charlas, y solo con mi referencia Joaquín aceptaba colaborar. Su trato era exquisito y especial, y como otro ejemplo personal, siendo coordinador y programador de conciertos en el Auditorio de la Diputación Provincial de Alicante, ADDA, me puse en contacto con él buscando una nueva sala para poder impartir charlas, me citó en su despacho y me guió en una auténtica visita VIP por el centro. Siempre tenía tiempo para mí, y eso se lo agradeceré toda la vida, unido a que en buena parte gracias a él he continuado mi labor de investigación y promoción de la cultura alicantina. Puedo decir, sin temor a equivocarme, que Joaquín fue mi padrino cultural.
En los últimos años era fiel seguidor de los ciclos que coordinó para recuperar la memoria de alicantinos ilustres, en la Sede Universitaria Ciudad de Alicante, en la que cada conferencia era lleno absoluto, mascarilla incluida cuando fue necesaria, que Joaquín no podía disimular lo incómodo que se encontraba con ella. Y no me extraña, en una persona dedicada a la divulgación y la docencia en la Cultura la expresión corporal es básica, algo que Joaquín dominaba a la perfección. Aún me parece verle cada vez que entro a la Sala Rafael Altamira de la Sede Universitaria Ciudad de Alicante, que reventaba en el acto de homenaje que se llevó a cabo, poco después de su desaparición, en esa que fue una de sus casas durante tantos años, y donde buena parte del abrazo que le di a María José, su mujer y compañera de vida, era para él.
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