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Innovación y experimentos en el arte foguerer

Si hay algo que define el arte foguerer es, sin duda, la constante innovación a la que está, o debería estar, sujeta su estética. En cierto modo, la fiesta de Les Fogueres surgió como una corriente innovadora en cuanto al concepto de los monumentos pues, aunque se miraron en el espejo de Valencia, la inexperiencia de los artistas alicantinos en ese tipo de trabajo, unido al claro predominio de pintores entre ellos, hizo que los monumentos foguerers surgieran con identidad propia.

Bien es cierto que, en las últimas décadas, este aspecto de la Fiesta no se puede decir que haya sobresalido en exceso, salvo las excepcionales entradas en escena de maestros como Pedro Soriano, José Iborra «Waldo», el precozmente desaparecido Paco Vázquez, o Pedro Abad, por dar algunos nombres, sin entrar a considerar la fuerte corriente estética fallera y de fusión de ambos conceptos de monumento, que se aprecia en época más reciente. Y no necesariamente es reflejo de ello la notable escasez en cuanto a la concesión de premios a Fogueres Més Innovadores, que de esto habría mucho que escribir, si nos ponemos a ello, o el lamentablemente truncado certamen de Fogueres Experimentals, que acertadamente intenta recuperar la Foguera Pla del Bon Repòs-La Goteta en estos últimos años.

Boceto de la Foguera Pla del Bon Repòs-La Goteta 2013, El Bosque de la Memoria,
de Rubén Bodewig, ganadora del II Concurs de Fogueres Experimentals
y Primer Premio a la Foguera Més Innovadora 2013 (Archivo Foguera)

Pero los primeros compases de Les Fogueres de Sant Joan, como anticipaba, sí se caracterizaron por la búsqueda de cosas nuevas, y elementos como el movimiento o la luz eran de presencia frecuente en esos primeros años. Tras el paréntesis de la guerra, el ingenio innovador se vio mermado por las lógicas consecuencias económicas de la postguerra y el férreo control de la censura, pero, poco a poco, retomó su andadura, hasta que resurgió con fuerza de la mano de artistas tales como Jaime Giner, Agustín Pantoja, Hernández Gallego, Ramón Marco o Remigio Soler, por mencionar algunos de los más reconocidos, si bien no fueron los únicos en innovar, ni mucho menos, pues prácticamente cada uno aportaría su grano de arena.

Boceto de la foguera Guerra, de Jaime Giner, años cuarenta. Censurado,
jamás llegó a plantarse (AMA, expuesto en el Museu de Fogueres)

Pero esto de la innovación, como muchas cosas en la vida, parecía que iba por barrios, y nunca mejor dicho en este caso, y a veces perdía su significado y se convertía en «experimento», casi siempre con consecuencias importantes, si bien es cierto que, con la madurez de la Fiesta, tal vez a partir de la década de los setenta, prácticamente se dejó de incurrir en este tipo de errores. Y así, sin ánimo de señalar a ningún distrito en especial, y menos a unos fundadores como lo son Alfonso el Sabio y Rambla de Méndez Núñez, voy a ponerlos como ejemplos suficientemente ilustrativos, tanto de una cosa como de la otra, terminando con una anécdota de la segunda de las comisiones mencionadas, una de esas anécdotas que más vale que no se repitan, si queremos seguir considerando los monumentos foguerers como lo que son, un arte, además de la expresión cultural de una fiesta.

Echando la vista atrás, y tomando el primero de dichos distritos, probablemente la principal anécdota de Fogueres 1930 fue el hecho de que, la entonces denominada Foguera Alfonso el Sabio-Quintana, plantara dos monumentos, ambos de José Lledó. Uno de ellos, que aparece oficialmente en la documentación que se conserva en el Archivo Municipal de Alicante como Foguera Plaza de la Independencia, la actual de los Luceros, era de pequeñas dimensiones y se titulaba Tres punts interesants. Pues bien, no se puede decir que plantara en algún lugar concreto, ya que tenía la particularidad de que fue montada sobre una plataforma con ruedas, de modo que era transportable, con lo que era cambiada de lugar cada cierto tiempo, como ya aparece manuscrito al pie del propio boceto de la foguera. Puede valernos como ejemplo de ingenio e innovación, que apenas se ha repetido hasta la fecha.

Boceto y Foguera Plaza de la Independencia 1930 (AMA)

Veamos ahora lo que bien podríamos considerar como un experimento, dadas las consecuencias que podían haber sido catastróficas, y que condujo a la primera caída documentada de una foguera. Nos vamos en este caso a 1934, siendo el monumento plantado por el colectivo valenciano «Unión Arte» con el título Espera sentat, y que, a pesar de ello, y quien lo entienda que lo diga, obtendría el premio de la Cámara de la Propiedad Urbana. Pues bien, para empezar se tuvo que cambiar la ubicación solicitada de plantà, ya que inicialmente se había pedido montar una enorme figura de quince metros de altura, que representaba un alicantino, con un pie en la embocadura de la calle Álvarez Sereix, y el otro en la de la calle Segura, pasando entre las piernas las líneas del tranvía que transcurrían por la avenida. Pero, afortunadamente, se denegó por motivos de seguridad, quedando finalmente ubicada en la calle Segura, mirando hacia la avenida Alfonso el Sabio, ya que, una vez la Comisión de Fomento dirigiera al Alcalde la propuesta de pedir informes al Ingeniero Municipal, al Arquitecto Municipal y al Perito Electricista Municipal, las conclusiones de estos fueron absolutamente desfavorables, lo que resultó ser providencial, pues la colosal figura cayó, partiéndose por una pierna y, de haber sido plantada en su ubicación original, sobre las líneas del tranvía, podría haber ocasionado una auténtica catástrofe.

Boceto de la Foguera Alfonso el Sabio 1934
(El Tio Cuc, n.º extraordinario de Fogueres 1934. Archivo A. Parodi)

Pero, además, esta historia tuvo su epílogo, pues la Foguera Alfonso el Sabio, Quintana, Fermín Galán y travesía, que así se denominó en 1935, construida por uno de los integrantes de «Unión Arte», Manuel Villasalero, que la denominó Ofrenda, y que se plantó en la plaza de la Independencia, de cara a la avenida de Alfonso el Sabio, tenía esta curiosa explicación: «Dicha foguera no tiene otra significación, que la reproducción destrozada del año anterior, y en pie, una alicantina ofrendando una corona a aquel monumento roto, al cumplirse el aniversario de su defunción».

Boceto y Foguera Alfonso el Sabio, Quintana, Fermín Galán y travesía 1935
(AMA / Revista Festa 2003. Archivo A. Parodi)

Ingenio y buen humor parece que no faltaban entonces. No como ahora, que constituye un verdadero drama la caída de un monumento foguerer, aunque aquí habría que entrar a juzgar otros elementos como riesgo, ubicación, materiales o, sencillamente, la pura física, que a veces parece no ser materia conocida por algún que otro «genio».

También hubo en este distrito, aunque ya en menor medida, muestras de ingenio en décadas posteriores. Como ejemplo, pongamos la Foguera Alfonso el Sabio 1952, La emigración o La quimera del oro, de Ramón Marco, en cuyo interior, visitable, se podían contemplar escenas del Descubrimiento, si bien no supuso innovación propiamente dicha, pues Lorenzo Aguirre ya lo haría en 1929 con su foguera La barraca de fira en la entonces plaza de Isabel II, hoy de Gabriel Miró.

Boceto y Foguera Alfonso el Sabio 1952
(Revista Fogueres 1952. Archivo A. Parodi / AMA)

Ahora cambiemos de distrito, a otro que, sin duda, fue todavía más atrevido... hasta que uno de esos «genios» salió de repente a descubrir las Américas... y pasó lo que pasó. Nos vamos a la siempre popularmente conocida como «Foguera de la Rambla», independientemente de denominaciones oficiales, que, innovadora ya en su debut en 1928, con el monumento Port peixquero de Manuel Gallud, llamó la atención con un pequeño avión a motor que, sujeto de un cable que cruzaba la avenida, daba vueltas y vueltas encima de la foguera, con una «bacora» colgando, «a ver a qué ciudad le caía la breva» de tener un nuevo puerto pesquero. Ingenioso e innovador, aunque también fue sobradamente admirado el globo colgante de El Tio Cuc sobre la vecina foguera de la plaza de Ruperto Chapí, obviamente sin motor.

Boceto y Foguera Avenida de Méndez Núñez 1928 (El Tio Cuc,
n.º extraordinario de Fogueres 1928. Archivo A. Parodi / Foto Lucentum)

En 1929, de la mano del tándem Ariño y Vidal, se quiso rizar el rizo con los elementos colgantes, y la innovación concluyó en un experimento de lógicas consecuencias. La foguera Alacant al iniciaor de les fogueres constaba de numerosos elementos, destacando una enorme mariposa, igualmente sujeta a cables que cruzaban la avenida, de cuyas patas pendía a su vez la cesta de un globo abarrotado de ninots, y que complicó tanto la plantà que perdió la opción a premio por terminar fuera de plazo, galardón que muy probablemente hubiera tenido asegurado por la originalidad de su composición.

Boceto y Foguera Méndez Núñez 1929 (AMA)

Pero se siguió innovando en años sucesivos, y así, los monumentos de los años 1930 (Antaño y hogaño, de Manuel Gallud y Fernando Guillot) y 1931 (Alacant progresa, de «Unión Arte»), tuvieron un elemento original común: un túnel que permitía el tráfico rodado a su través, elemento que se repetiría en varias ocasiones en el futuro, incluso en la misma Rambla, pero sin el potencial peligro que tuvo la anteriormente mencionada de Alfonso el Sabio en 1934. El primero de los monumentos representaba el desaparecido torreón de San Cayetano, en la Montañeta, y el segundo la fuente del escultor Daniel Bañuls en la plaza de los Luceros.

Boceto y Foguera Avenida de Méndez Núñez 1930 (AMA)
Boceto y Foguera Méndez Núñez 1931 (El Tio Cuc,
n.º extraordinario de Fogueres 1931. Archivo A. Parodi / AMA)

Otros ejemplos de innovación en este distrito los encontramos, ya después de la guerra, por ejemplo en 1948, año en que, el tempranamente desaparecido artista foguerer Eduardo Fuentes, construyó el monumento Chermanor, en el que destacaba un tiovivo en el cuerpo central de la foguera, que giraba sobre sí mismo, y cuyos ocupantes eran miembros de la Comisión Gestora y de la Junta Central Fallera. O la que plantara en 1953 Antonio Hernández Gallego, Cine a toda hora, en uno de cuyos frentes había una pantalla en la que por la noche se proyectaba películas de cine. Y, del mismo artista, la titulada Alicante a la provincia, que en 1959 retomaba los famosos túneles de los años treinta, pero en forma de armoniosos arcos coronados por la figura de un alicantino, por debajo de los cuales no sólo cruzaba la circulación rodada, sino también los desfiles con sus carrozas.

Boceto y Foguera Rambla de Méndez Núñez 1948
(Revista Fogueres 1948. Archivo A. Parodi / AMA)
Boceto y Foguera Avenida de Méndez Núñez 1953
(Revista Fogueres 1953. Archivo A. Parodi / AMA)
Boceto y Foguera Rambla de Méndez Núñez 1959
(Revista Fogueres 1959. Archivo A. Parodi / AMA)

Pero llegado 1962... vamos a la guinda de este artículo. Lo que quiso ser modelo de originalidad e innovación, quedó en uno de los peores bochornos que ha vivido la Fiesta. Delante de la Torre Provincial, un vasco «maestro de todo y aprendiz de nada, pintor de brocha gorda y con muchos aires de grandeza», como le describen Arturo Tresáncoras y José Ángel Guirao en su obra Entrañable Alicante (Gráficas Antar, Alicante, 1997), un tal Juan José Aguinaco, recién afincado en Alicante, al que Les Fogueres le fascinaron, hizo debut y despedida cuando llegó a pensar, y así lo comentaría a la comisión de la Rambla, que realizar los monumentos foguerers era tarea fácil y que los podía hacer cualquiera. Atrevido y temerario, presentó a la Foguera, ignorante esta de la que se le caía encima, el boceto del monumento Sueño realizado, al que se le dio visto bueno y, a la postre, se convirtió en vez de en un sueño en una auténtica pesadilla.

Se dice que, lo que construyó este personaje, lo hizo en el propio terrado de su casa, pero la verdad es que había poco que construir, porque lo que apareció plantado era una especie de estanque, lleno de patos mal hechos y peor pintados, que no tenían ni el equilibrio necesario para mantenerse de pie a flote, entre dos penosas reproducciones de la fuente de la plaza de la Puerta del Mar y el monumento a Canalejas.

Boceto y Foguera Rambla Méndez Núñez 1962 (Revista Fogueres 1962.
Archivo A. Parodi / Entrañable Alicante, J. Á. Guirao y A. Tresáncoras)

Se dice también que, en mitad de las Fiestas de Fogueres, aquello se reventó, y los patos llegaron hasta la Explanada. Y que semejante adefesio no se pudo ni quemar, y tuvo que romperse a martillazos, porque estaba hecho de ladrillos y empapado por el agua del estanque.

Y, por último, también se dice que, como el ingenio y el humor alicantino puede con todo, un comerciante de la zona instaló en la foguera un cartel con la frase ¡t'has lluit, compare!, y que a partir de ahí nunca más se supo del «artista».

Una imagen vale más que mil palabras: ¡t'has lluit compare!
(Entrañable Alicante, J. Á. Guirao y A. Tresáncoras)

Pero, al menos, hay que agradecerle que dejara tras de sí, entre los dichos alicantinos, la frase lapidaria que se suele decir cuando alguien contempla una obra mal hecha: «t'has lluït, compare!». Y menos mal que, a los pobres foguerers de la Rambla, el destino les había reservado una alegría que no pudo empañar el desatino del «aprendiz de nada»: su bellesa, la señorita Genoveva Ribelles Mazón, fue proclamada Bellesa del Foc 1962.

Y es que, señores, en Fogueres, como en todo, los experimentos... con gaseosa.

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